Investigación prospectiva: ¿Tiene sentido pensar el futuro?
Anyelina Rojas Valdés
Periodista
anyerojas@gmail.com
Periodista
anyerojas@gmail.com
La Prospectiva como disciplina del conocimiento, es relativamente reciente, con poco más de 40 años de desarrollo, cuyo objetivo es anticiparse al futuro que viene y poder intervenir en el presente, para influir en él. Se trata de anticiparse a los acontecimientos, especialmente si éstos se proyectan de manera desfavorables o de impacto negativo. Entonces se trata de actuar en el presente, tomar decisiones estratégicas y evitar la dirección supuestamente “natural”, que llevaban los acontecimientos. Así entonces, podemos construir los escenarios más favorables a los intereses que nos motivan.
El sentido de pensar el futuro, es de extraordinaria importancia para el conocimiento; conocimiento formal e informal. Pensemos sólo en lo que los padres indican a sus hijos como norma de vida: estudiar, lograr una profesión para enfrentar la vida de adultos. “Que sean más de lo que soy yo”, piensa los padres cuando proyectan el futuro de sus descendientes. ¿No es acaso ya, esa inquietud doméstica, que se da puertas adentros en el seno de hogares humildes y pudientes, una mirada hacia lo que viene, con el propósito de generar mejores condiciones de vida?
Cuando nos planteamos en una mirada de futuro, a través del conocimiento formal –independiente de si la Prospectiva es ciencia o no; o si tiene objeto de estudio real, psudo real o virtual- también es de extraordinaria importancia, por cuando permite dirección el presente, a través del manejo riguroso de la información y los datos que nos proporciona el entorno; entorno que a su vez, es cambiante y variable.
En ese sentido, lo interesante es la idea de “anticiparse a la acción”. Es decir, si al observar los acontecimientos A, B, C, etc, el investigador puede inferir un escenario no favorable X, lo que tendrá que hacer es intervenir en esas variables, para atenuar el impacto negativo en el escenario X o idealmente, eliminarlo y generar un escenario Y. Así entendido, el análisis y la intervención prospectiva, es una especie de guía o luz, que nos orienta de la mejor forma hacia el futuro. De allí que se asocie la idea de pro-actividad, como condición insoslayable de la Prospectiva.
Pensemos en los escenarios actuales de la sociedad, ¿qué nos aporta la Prospectiva puntualmente? Por ejemplo, en la organización moderna, que reconoce al entorno –variante y cambiante- como una fuente de interacción permanente, que influye, que interactúa, la Prospectiva aporta los elementos necesarios para prever conflictos, situaciones de riesgo o de crisis. Por lo tanto, lo que se hace, es manejar las situaciones presentes para mermar o eliminar el escenario desfavorable que podían venir
Esto es igual en la política contingente. Pensemos, por ejemplo en la crisis de la educación que se desató hace poco más de un año. El Gobierno, en un primer momento no validó a los estudiantes como interlocutores; y pero aún, no los validó como agentes protagonistas del cambio social. Por lo tanto, no diseñó una estrategia especial ni previó un escenario de acuerdo a un pool o al menos más de una estrategia de acción. El resultado es por todos conocidos.
Si analizamos la contraparte, es decir el movimiento estudiantil, conformado por jóvenes, hijos de la era del conocimiento y la tecnología; formados en la era de la información, con un protagonismo de los medios de comunicación social, especialmente la TV e Internet, ellos sí fueron capaces de proyectarse al futuro. Así lo demostraron. Tenían un movimiento consolidado en el que participaban todos los sectores hacía más de un año antes que se desatara la crisis; se manejaban en un mundo mediático, es decir condicionado por los MCS, especialmente la TV. E hicieron uso de ellos. En jerga periodística, diríamos que los interlocutores no válidos para las autoridades, fueron capaces de mirar a la cámara y hablar en “cuñas”. Es decir, ocupaban los 20 o 30 segundos para decir lo justo y preciso.
Queda claro, entonces, que la Prospectiva, cruza prácticamente todos los ámbitos de la vida social, tanto en los aspectos formales e informales; en la comunicación privado como en la pública. En lo familiar y lo laboral.
Aventurémonos, pues, a prever los escenarios; a intentar modificarlos para alcanzar el mejor futuro posible.