JULIO CAMARA: Un político que se incubó marcado por el movimiento de los obreros del salitre
Era 1958 y el pequeño Julio, apenas se empinaba por los 9 años. Sin embargo, en su mente infantil, ya se acunaban los ideales de justicia social y su pasión por la cultura. Era que no, pues su vida en la ex oficina Salitrera de Humberstone, si bien le proporcionaba felicidad, le hacía protagonista de las grandes diferencias sociales que se producían en las salitreras. Su padre, un esforzado obrero del salitre, debía sortear toda suerte de escollos para alimentar a su familia, compuesta por su esposa y nueve hijos. Julio era el séptimo. Por eso, un día de aquel año, convulsionado por las luchas sociales, Cámara, el padre, le dijo no a su retoño cuando éste quiso acompañarlo en una marcha de obreros, que salió de Humberstone rumbo a la ciudad. Los ojos negros y vivaces del pequeño, miraron cómo esos hombres rudos de la pampa, se alejaban… se alejaban. Y miró hasta que la última imagen se desdibujó en su retina. Entonces volteó la mirada y siguió jugando con sus amiguitos. Al fin y al cabo, Julio era un niño. Sin embargo mientras retomaba la entretención, no dejaba de pensar y de sentir dos sentimientos contrapuestos: la sensación de pena, porque desde su infancia percibía que algo importante se estaba perdiendo; pero también alegría, porque su padre era un dirigente que estaba allí, donde él pensaba –a sus cortos años-, debía estar.
Anyelina Rojas Valdés
anrojas@terra.cl
(Entrevista publicada por la autora en Semanario Iquique Express 07/05/06)
Julio Cámara Cortés, 57 años, ingeniero en ejecución en Administración y Magíster en el área de recursos humanos, hoy consejero regional, CORE y en lo coyuntural, candidato a la presidencia regional del PPD, tuvo que esperar muchos años de su vida para cumplir su meta: ser un hombre con estudios y desde esa plataforma, contribuir en los procesos sociales. Principalmente estaba influenciado por lo que era su vida en la pampa. Y paradójicamente lo que vivió en carne propia, después lo aprendió como estudioso y como político. “Cuando crecí supe que esos movimientos sociales que se forjaron en las salitreras, fueron la cuna del movimiento sindical chileno”, recuerda hoy. Así, sin saberlo ni proponérselo, desde niño estuvo en la primera línea, viendo cómo se construía la historia.
Por lo demás, su padre era un dirigente sindical y las conversaciones sobre el tema, siempre estaban presentes en el hogar. A ello se sumaba la pasión por la lectura de su madre y sus hermanas mayores, quienes le heredaron esa pasión que mantiene hasta hoy. Cámara es un ávido lector. “Siempre mantengo en mi recuerdo a mi primera profesora, Fresia Araya, que fue la que me enseñó a leer, allá, en la escuela de Humberstone”, recuerda hoy con una inevitable emoción.
Hasta quinto básico estuvo en Humberstone. Vino la consabida crisis de la industria del salitre, por lo que su familia debió trasladarse a Iquique. Y su padre pasó de ser obrero pampino a un obrero en la industria pesquera, por lo tanto, si bien la vida en la ciudad habría otras posibilidades, la subsistencia se hacía cada vez más complicada para la familia Cámara.
Entonces, Julio en sus años de adolescencia debió abandonar el estudio para comenzar a trabajar y aportar al sustento del hogar. Responsable, metódico y estructura como es hasta el día de hoy, según sus más cercanos, al terminar el mes, el joven le pasaba el sobre cerrado a su madre, quien disponía de su sueldo y le daba para sus gastos.
Paralelamente desarrollaba una intensa vida vinculada a los centros juveniles. Conformó uno de estos grupos en la Población Caupolicán y llegaron a tener semanalmente un programa cultural en la ya desaparecida Radio El Salitre. Julio colaboraba con la locución, pero por cierto, su principal aporte estaba a la hora de hacer los libretos y preparar los mensajes orientados al público juvenil, todos con contenido social y cultural.
En la adolescencia se había leído toda la literatura de la época. Baldomero Lillo, Vargas Llosa, Julio Cortázar y un ya consagrado García Márquez, que eras algunos sus autores preferidos.
-Eras un joven, en edad de estudiar, sin embargo tuviste que ingresar tempranamente al mundo del trabajo, ¿cómo asumes esto?
-Lo asumía sin ningún drama, como algo natural. Ahora si me preguntas qué me ayudaba a asumir estos, creo que es algo que algunos tienen y otros no; esto de sentir responsable. Tenía un alto sentido de la responsabilidad y esa es una característica que mantengo hasta hoy, porque si uno se compromete con algo, tiene que cumplir.
-Julio, pero siendo adolescente, te pregunto, responsable de qué…
-Me sentía responsable de tener que contribuir con mi aporte económico al sustento de la familia, así de claro, sin ningún drama. Pensaba sí, que iba a llegar un momento –que se dio muchos años después- que iba a poder estudiar.
-¿Tan responsable que le dabas todos el sueldo a tu madre?
-Sé que eso quizás hoy en día, era impensable, pero en mi caso efectivamente fue así. Y me parecía lo más natural. Incluso mi mamá me daba para la locomoción, para ir al cine… Piensa además, que era una época de mucha lucha social. Los jóvenes éramos muy idealistas. Teníamos mucha influencia de la revolución cubana. Después en Chile, la llegada de Frei con su Revolución en Libertad, generó también muchas expectativas… Creo que en esos años la juventud era muy diferente…
-Diferente, ¿cuán diferente?
-Era una juventud de mucha conciencia política. A nosotros nos preocupaba y sentíamos inquietudes sobre lo que ocurría en nuestra población, seguíamos las elecciones de las juntas de vecinos. Y por cierto, también nos interesaba lo que ocurría en el país.
-Desde una visión de izquierda, ¿cómo observabas esa Revolución en Libertad de Frei?
-Era una mirada entre crítica y de expectativas que las cosas podían ser realmente mejores. Recuerda que con Frei igual se gatilla todo un proceso en el país. A fines del 68-69, la DC sufre un quiebre y surge el Mapu. Yo miraba este nuevo partido con mucha simpatía, porque era un movimiento formado principalmente por gente joven. Además, esa era una de las reticencias que tenía para militar en el PC o el PS porque observaba que estos partidos eran de una tradición muy fuerte, donde la gente joven tenía poco que aportar. Estos partidos tenían estructuras muy jerárquicas… entonces no había cómo aportar.
-A los 18 años, con responsabilidad laboral, con inquietudes intelectuales… ¿qué pasa con el carrete y con pasarlo bien?
-Nunca fui amigo del carrete, pero igual la pasábamos bien, porque te insisto, la juventud tenía una fuerte motivación social y política. Yo tuve amigos, bromeábamos, los fines de semana era de playas, pero no fui de esos que se iban de parranda, que salían a bailar. Además, eso, si bien no iba con mi personalidad, también significaba un costo económico adicional…
Sus años en Arica
A fines del año 69, fallece el padre de Julio Cámara. Después de vivir el dolor, sintió que era hora de buscar nuevos rumbos. En aquella época en Iquique se hablaba de la bonanza en que vivía Arica. A él le llamaba la atención del boom de las empresas automotrices y electrónicas. “Estaban apareciendo los productos electrónicos, las radios, los televisores… era todo un boom, entonces pensé que en Arica tendría mejores perspectivas laborales y quizás podría retomar mis estudios inconclusos”
A los cuatro días de llegar a Arica, Julio Cámara, de 21 años, encuentra trabajo. Su perfil de joven trabajador responsable, le hace asegura un buen desempeño como trabajador, pero también aparece su liderazgo natural en el tema social. Así. Entonces, logró ser electo en el sindicato de su empresa y luego, compitió en las elecciones de la CUT, de la cual también fue dirigente. Llega a la CUT integra la Comisión de Cultura –porque lo cultura seguía siendo su pasión- y desde esa plataforma trabajó para que en las industrias se crearan salas de lecturas para obreros y empleados.
-¿En esta época defines tu militancia política?
-Exactamente. Me incliné por el MAPU. La dirección la había asumido Rodrigo Ambrosio, joven dirigente que imprimía un sello nuevo en la política. Era una época en que se discutía si el Mapu era cristiano o marxista –recuerda que el Mapu sale de la Democracia Cristiana- y Rodrigo Ambrosio define el tema diciendo que era un partido sensible en asumir la metodología y los métodos de análisis desde el punto de vista del Marxismo, pero que eso no significaba que los cristiano no tuviera cabida… Bueno, también surgió la izquierda cristiana y otros optaron por esto.
Todo iba bien. Tenía un mejor trabajo. Definió su militancia. Lideró actividades culturales… en fin… Así lo sorprendió el 11 de Septiembre de 1973. El mismo día fue detenido y pasado a la cárcel de Arica, donde compartió con otros doscientos presos políticos –los subversivos, para el nuevo mando del país- por largos tres años. Otro hecho paradojal, dadas las circunstancias, el penal llegó a ser el sitio donde se sentía más seguro, porque cuando algunos de los detenidos salía para ser interrogado, nadie tenía la certeza si volvía o en qué condiciones. Pero nuevamente trató de quebrarle la mano al destino y la falta de libertad no lo inmovilizó; este nuevo escenario fue propicio para el diálogo y el aprendizaje, desde los más variados como ajedrez, talleres de idioma, artesanía y por su puesto la lectura.
-¿Cómo fueron esos años de cautiverio político?
-El mismo día 11 pasé a la cárcel de Arica. Obviamente eso me marcó hasta el día de hoy. Ahí entendí que cuando uno asume responsabilidades, compromisos, éstos también pueden tener costos… y costos enormes como mucha gente que perdió la vida. Estar en política, es una opción de vida que hay que tomársela con seriedad, con mucha seriedad.
-A lo menos, la opinión pública percibe lo contrario…
-Así es en general. En mi caso, creo que el aporte que puedo hacer yo, en mi entorno, es incentivar para que las cosas se hagan bien. En ese sentido soy contrario a la política farandulera, que se sostiene sustenta sólo en los aspectos mediáticos. Soy contrario a la política que se hace con la calculadora en la mano.
-Sin embargo, en este momento eres candidato y me imagino que también sacas cuentas con calculadora en mano.
-En el contexto en el que vive un partido en el tema de las elecciones, es necesario hacer una proyección en términos, en este caso, de las posibilidades reales que tengo para acceder a la presencia. Y fue esa proyección la que me incentivo a participar, más el apoyo, sugerencia y compromiso de mucha gente que me incentivó a presentar esta candidatura. Mira… puede parecer un rasgo de jactancia, pero creo que puedo hacer un aporte en la dirección regional del partido. Y hay gente que aprecia y que reconoce el aporte que hago en el ámbito político.
-Considerando todo lo que pasaste… los años de cárcel, la persecución política, costo familiar, etc. ¿qué es lo que te hace seguir en política?-
-Es como te dije antes, una opción de vida. Creo que como le ocurre a mucha otra gente que está en mi situación, esto de vincularse en la política, es algo que ya no se puede dejar. Y eso independiente de ser dirigente o estar militando, o que se tenga o no un cargo. Es una actitud como ciudadano frente a los temas de la sociedad, y en los cuales a lo menos uno puede tener una opinión. Te digo, una de las definiciones que me gusta de la política, es que política es preocuparse y ocuparse de los asuntos públicos, o sea de los temas que nos tocan. Eso tiene que ver con nuestras condiciones de vida, con nuestras expectativas, con nuestro desarrollo como personas, en fin, se trata de cómo una percibe que se van creando creen las condiciones para que haya un progreso en la sociedad y no sólo desarrollo económico. Creo que el quehacer político, por esencia, es social y colectivo. Por lo tanto, tener una postura política es totalmente contrario al individualismo.
-¿Cómo se entiende eso?
-Es que cuando una persona asume el compromiso de incorporarse a un partido, es porque quiere salir de su entorno más inmediato, más personal, más individualista y quiere también hacerse cargo de un entorno en un contexto social más amplio y cómo puede participar y entregar un aporte…
-A la luz de lo que ocurre en política hoy eso suena muy idealista…
-El tema del idealismo no tiene porqué ser malo. En un contexto hoy día, en que la política se ha transformado en una actividad muy pragmática y de mucho cálculo, pensar en que estas cosas pueden ser, es como un aliciente para pensar que todo puede ser mejor.
Sin odios ni rencores
Julio Cámara realiza hoy una importante labor en el Consejo Regional, principalmente a través de la Comisión de Arte y Cultura. Y dice que se siente muy cómodo en ese escenario, sin rencores por lo que le tocó vivir. Hay que considerar que además de su detención en Arica, partió a Santiago donde fue secuestrado y detenido nuevamente, por realizar actividades sindicales. Fueron unos pocos días, pero sufrió castigos físicos… o derechamente torturas que le hicieron pensar que de esa no salía. Sólo lo alentaba el convencimiento que su lucha era una causa justa…. Y la inmensa pena de pensar que sus dos pequeños hijos podrían quedarse sin padre.
-Después de toda esa historia tuya, ¿de verdad que no hay resentimiento ni odiosidades?
-No. Lo que sí hubo después que salí de la cárcel de Arica, fue un deseo muy grande de seguir colaborando y aportando para recuperar que las cosas que estaban sucediendo fueran denunciadas y que se hicieran acciones que tendieran a la justicia. Para muchos hoy esto todavía no es una realidad, por eso solidarizo con las organizaciones de derechos humanos, en el sentido que soy partidario que se siga investigando y se siga haciendo justicia.
-Hoy como Consejero Regional, la política te ha llevado a otro escenario. En el CORE debes trabajar, llegar a acuerdos y confiar en personas de un sector que antes no te merecían confianza…
-La realidad que se vive en el CORE, es una realidad que en Chile se viene dando desde los años 90 en adelante. De hecho soy parte de una coalición de gobierno en que hemos trabajado codo a codo desde el plebiscito a la fecha, con la Democracia Cristiana, que fue un partido contrario a Salvador Allende. Creo que todo esto es parte de las lecciones que todos tenemos que asumir y así, lo que se da en el CORE, se da en los municipios, en la Cámara de Diputados, en el Senado. Hay que asumir este escenario, donde uno entiende que tiene que hacer una gestión donde la derecha también tiene una fuerte presencia.
-Eso en lo general, ¿pero si lo llevas al plano personal?
-Mi experiencia en el CORE ha sido muy buena y he notado en gente de la derecha, no en general, pero en algunas que hay una disposición, un deseo verdadero de hacer un trabajo serio y riguroso. Percibo que –obviamente cada uno con sus matices- que en general todos están dispuestos a trabajar por la región. Además, me parece que la derecha asume que tiene una responsabilidad política ante la comunidad, por lo tanto también tienen que responder por eso. Y no van a tener una postura de posición cerrada –a pesar que Longueira llamó a tener una oposición más dura- pero lo que observo en el CORE es una disposición a trabajar. Lo que rescato es que este es un espacio donde uno se encuentra con gente con la que no comparte aspectos partidarios ideológicos y el desafío es cómo se llega a entendimientos que favorezcan a toda la comunidad.