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Wednesday, April 26, 2006

MARTIN HOPENHAYN: "Hay que aprender a vivir en un mundo contradictorio"




Filósofo, ensayista, investigador: La sencillez de un intelectual de primera línea en América Latina, que estuvo en Iquique y le habló a los universitarios iquiqueños, que sólo lo conocían como referente bibliográfico

“No me creo el cuento”, dijo espontáneo mientras esbozaba una sonrisa y le brillaba más la expresión de su mirada clara. Quizás un poco turbado e incómodo, Martín Hopenhayne reconoce que es un intelectual importante en toda la América Latina, que su producción es fructífera, que sus obras son referentes obligados en la academia, pero de allí, a sentirse realmente que está entre los mejores intelectuales…se produce una gran brecha. El, Martín, es lo que es. Sabe lo que sabe… y lo que no ¡no, simplemente! Por eso, no tiene ni soberbia intelectual, ni temor al ridículo cuando enfrenta un tema y se dibuja una tremenda interrogación en su rostro.

Anyelina Rojas Valdés
anrojas@terra.cl

(Entrevista publicada por la autora en el Semanario Iquique Express. 24-04-2006)

Los alumnos del área de las Ciencias Sociales de la UNAP, sin duda, han tenido como referente obligado a Martín Hopenhayn, no por nada este filósofo argentino-chileno, que nació en Nueva York hace 56 años y que proveniente de una familia de ascendencia polaca, es una de las mentes brillante en América Latina. Su obra es prolífera, desde innumerables libros de investigación y otros de ensayos y pasando por la poesía, hasta sus publicaciones continuas en revistas especializadas. Como investigador de la CEPAL –Centro de Estudios para América Latina- ha debido trasladar su objeto de estudio a esta zona del continente, aunque, en verdad, nunca se lo propuso. Ni siquiera, tuvo en ciernes un sentimiento latinoamericanista fuerte. Pero sin duda, ello, lo ha conectado con otros investigadores, de la talla, por ejemplo, de Néstor García Canclini.

Hopenhayn, el autor, se hizo realidad en Iquique. Primero, dictando una clase magistral en la inauguración del año académico de la Unap, -acto formal, por cierto-, pero luego participó en un par de talleres, donde dialogó cara a cara con los alumnos. En vivo y en directo hizo la presentación de su último libro “América Latina desigual y descentrada”. Hubo un contacto interesante, cuestionador, penetrante, profundo en la forma y en el fondo Incluso, uno de los jóvenes, reparó en un aspecto metodológico de la obra del maestro. Porque cuando Hopenhayn habla desde desigualdades, lo hace a partir de lo cuantitativo, de los datos estadísticos; pero, al hablar de la América Latina descentrada, recurre a lo cualitativo, a las conjeturas, de base científica, por cierto. “Efectivamente es así”, le responde, al alumno y explica los pormenores metodológicos de su trabajo, con la misma fluidez y entusiasmo discursivo.

Descubriendo al sujeto

Pero en rigor, ¿cómo se hace, cómo se construye un intelectual de este perfil? Es el tema que tratamos de indagar.
-Yo tenía 15 años cuando fue elegido Allende en Chile. Y lo que me pasó es que –quizás precozmente- alcancé a arañar, a atisbar, esta especie de mito de revolución y de gran cambio. Eso fue lo que más me sedujo. Es decir, en la vida personal… mía, vino esta especie de expectativa, de darle gran sentido a mi existencia, a partir de embarcarme en un proyecto colectivo, fundirme con un sueño. Desde allí empecé a plantearme la necesidad de adquirir conocimientos, necesarios en una dirección. En esa dirección de cambio social.

-Antes de ese estallido, tus inquietudes ¿en qué sentido iban?
-Eran las de un típico lolo adolescente. Mis inquietudes eran la música, las fiestas el pololeo. Pero quizás, una cierta sensibilidad por la literatura. Siempre leía y me interesaba los libros, pero sin duda que el cambio viene por lo que te contaba. En realidad son dos grandes marcas, una, como decía, por la gran política, casi de lo que yo llamaba ´la épica del cambio social´. Pero junto con ello, estaba la ‘lírica del cambio personal’ que, en mi caso, tiene que ver con los cambios subjetivos… con el hippismo. Diría, entonces, que las dos cosas que definieron mi orientación vocacional, fue por un lado la revolución política y por otro lado la Revolución de las Flores. O dicho de otro modo, por un lado Allende y por otro lado Bustock. Entonces, está el cambio colectivo, en el cual yo me inscribía, porque a los 15, 16 años, uno tiene pretensiones de ser actor… un gran actor y lo otros, esto de ser medio hippie. Pensaba en esa época que estudiar filosofía, sería una forma de ponerme en una posición más protagónica de este cambio.

Mientras este estallido adolescente ocurría en Martín, su familia observaba sus inquietudes con mucho respeto. De hecho, su padre valoró que su joven hijo estuviera motivado por contribuir a los cambios sociales. Claro está que el progenitor tenía una clara inclinación política de izquierda, que permeó la educación de Hopenhayn. “En mi familia ser de izquierda o medio hippie no era como algo mal visto”, recuerda

-Acá hay una especie de juego en dos planos, lo colectivo y lo personal…
-Sin duda, yo vivía este juego… muy profundo, de transformación personal y de cambio social… Así, en 1973, entré al Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile a estudiar Filosofía…

-…Y a los meses sobrevino el golpe militar…
-La Universidad de Chile era, casi, el mejor lugar para estar en esos momentos. Pero duró poco, porque vino el golpe. Por supuesto que esto fue muy marcador. En mi caso inició –no forzado, sino elegido- cierta diáspora, porque estuve en Argentina, después me fui a Francia, donde finalmente me gradué y obtuve una Maestría en Filosofía…

En ese peregrinar, Hopenhayn siguió tratando de construirse. A estas alturas, tenía claro que la producción de conocimientos, ya sea escribiendo, enseñando o investigando, debían tener un sentido.

-Fundamentalmente –dice-, el sentido era desarrollar una capacidad crítica frente a la sociedad, pero que esa capacidad crítica fuera movilizadota, que tuviera un sentido de cambio social. En una época tuvo un nombre: revolución. Después dejó de tener ese nombre, pero se puede llamar humanizar la sociedad, promover la igualdad, apoyar el multiculturalismo y la diversidad. Ese creo que fue una obsesión que me marcó mucho en mi productividad posterior.

-Pero hubo otra obsesión…
-La obsesión más hippie, diría. O sea, recrearme como sujeto. Básicamente el escribir, el investigar y el conocer, no sólo tenía que ver con la sociedad, la crítica a lo instituido, sino que también la lectura, la investigación me podría transformarme a mi mismo; pudiera expandir mi sensibilidad y llevarme a un estado de conciencia más ampliado. Incluso, cómo a través de eso, pudiera trabajar yo, mis propios rollos. Es decir una dimensión más psicológica que sociológica…

Sin embargo, hay un tercer elemento gatillador en Hopenhayn, que es la pasión por la escritura misma. Es decir, escribir por el sólo gusto de hacerlo. Incluso, durante muchos años, se dedicó a escribir poesía.

-El encuentro con el sujeto… ese proceso interno ¿cómo se fue desarrollando y qué impacto tuvo?
- El momento en que encontré un referente intelectual que me ayudo en eso, fue cuando me encontré con Nietzsche. Entonces… si Marx fue mi primer gran encuentro en todo el mito del cambio social, Nietzsche fue el encuentro para el cambio personal. La lectura de Niezsche me alentaba mucho de yo romper con mis propias barreras, con mis propios muros interiores. Me invitaba a expandirme.

1980, el regreso

En 1980 sucumbe a otra obsesión. Sólo quería volver a Chile. “Estaba loco por volver”, dice hoy cuando recuerda su estado emocional. Sin embargo los ochenta eran una “mala época” para reinsertarse.
Así y todo logra insertarse en el mundo académico lentamente. Primero en la Universidad Diego Portales “que era como un cobijo para los profesores, y algo en la U. de Chile también”.

Pero sin duda esos años convulsionados lo llevaron a trabajar en las Organizaciones No gubernamentales, que por esos años de lucha contra la dictadura, eran potente en promover el espíritu crítico, la investigación y además, canalizaban la ayuda internacional. El nexo a la CEPAL, fue casi lógico.

-Venías de regreso con la mirada puesta en Chile, pero terminas en la CEPAL, que concentra la mirada en Latinoamérica.
-Ahí me hice más latinoamericanista –obligado por la pega, dice sonriendo- y sin proponérmelo. Mi trabajo me llevó forzosamente a tener siempre, como objeto de investigación a América Latina. Antes, no era yo una persona con especial vocación latinoamericanista, ni experto en el tema, pero la CEPAL me llevó a eso.

-Sin embargo tu último libro y casi toda tu producción está centrada en América Latina…
-Diría que la parte más sociológica de mi obra, está volcada a América Latina, pero la parte más filosófica… no necesariamente. Tengo libros sobre Kafka, Niezsche, Sadem…

-Pero lo que ha tenido más impacto, es la obra de corte sociológico.
-Sí, la parte sociológica y latinoamericanista es la que ha tenido un gran impacto…

-Toda esa tremenda trayectoria, te ubica entre los intelectuales más importantes de Latinoamérica. ¿cómo se convive con eso?-
-Uff… No me la creo… O sea, como que no creo que sea así.

-Pero si te extrapolas y logras verte como el intelectual que eres…
-Eso me sorprende. Encuentro que la gente tiene una imagen de mí, muy por encima de lo que soy en realidad. Es que no me termino de creer esto, de que soy como un gran intelectual latinoamericano…

-Entonces, ¿Cómo te percibes?, ¿cómo te defines?
-Más modestamente… En este campo –más allá de las cosas personales- me definiría como ensayista. Y ensayista en dos sentidos, primero porque no siento que sea tan rigurosos en término de cientista social. Es decir, no me manejo con una investigación demasiado empírica y uso mucho las conjeturas… imagino… a veces pongo la intuición ahí… Por eso, siento que estoy en-sa-yan-do. Pero también es ensayo en el sentido de género literario. Yo me veo como escritor y si me preguntas qué genero usas… bueno, uso el ensayo.

Se acabaron las certezas

-Haciendo un alto en el día a día… ¿qué te propones para el futuro?
-Si es por soñar, me gustaría escribir un libro que pudiera sintetizar todas estas cosas que andan dispersas y consolidarlas en una propuesta clara, integrada, más allá de ideas fragmentarias o de propuestas parciales. ¡Si es por soñar… claro que me gustaría una propuesta de desarrollo alternativa para América Latina! En un plato menos megalómano, menos pretencioso, lo que me gustaría es seguir ejerciendo la escritura y el gusto por escribir… lo que me gustaría es seguir siendo ensayista, desde mi trabajo en la CEPAL, porque lo que me pasa es que me escindo un poco. Es cierto que mis libros de América Latina son los que más se leen, pero no son libros ‘cepalinos’ tampoco. O sea, tengo que hacer un esfuerzote traducción del trabajo que hago en la CEPAL, a mi escritura. Entonces esto en algún modo, se traduce en una doble jornada. Y eso me cansa un poco.

-Me llama la atención que siempre recurres a lo dicotómico, a los contrapuntos o a la polaridad para expresarte… ¿cómo es eso de ver la vida en dos polos?
-Es que yo soy dicotómico. En realidad no sé si es que la realidad es dicotómica y yo estoy reconociendo esas dicotomías de la realidad o es que yo, efectivamente soy dicotómico y proyecto eso sobre la realidad. Tiendo a pensar en lo primero, que la realidad es la dicotómica, pues cuando hago todos estos planteos, la gente los reconoce, como diciendo, es cierto, en gran medida sí. Si fuera sólo una proyección mía, no tendría interlocutores.

-¿Será que este es un mundo donde las certezas se acabaron?
-Claro, este es un mundo tremendamente dicotómico, no lineal, paradojal. Creo que ¡hay que tener una forma de pensar paradojal para conectarse con ese mundo!

-Somos sujetos plantados en este mundo así descrito, ¿Cómo hacer para sobrellevarlo?
-Creo que hay que conciliar de alguna manera, la aspiración a decidir la propia vida, más allá de las presiones… del medio, de la televisión… el consumo… Es decir hay que tratar de mantener un cierto nivel de autonomía y pensamiento crítico, pero al mismo tiempo, pienso que no hay ser catastrofista. El catastrofismo lo único que hace es reproducir el estado de cosas dominantes; es funcional a eso.

-Cuando no tienes respuesta a determinados temas, responden simplemente que no sabes. ¿no te complica eso?
-¿De quedar como ignorante? ¡No.! Cuando no sé algo, simplemente ¡no sé! Quizás sea que no me juego mi autoestima en una imagen de sabio, de experto.

Wednesday, April 19, 2006

ENTREVISTA A ADMINISTRADOS DIOCESIS IQUIQUE


Un intento por descubrir a la persona, tras el hábito sacerdotal

MARCO ORDENES FERNANDEZ:

"LOS SACERDOTES TAMBIÉN PASAMOS
LA CRISIS DE LOS 30, DE LOS 40..."

Administrador Diocesano, asesor de los Bailes Religiosos, Rector de
La Tirana, docente universitario y obstetra de profesión



Sin duda que en estos días de Semana Santa, Marco Ordenes Fernández –el padre Marcos, en las comunidades cristianas- o Monseñor, para quienes se relacionan protocolarmente con él y reconocen su investidura, es requerido para entregar un mensaje cristiano, alusivo a la a los acontecimientos religiosos que se celebran. Nosotros quisimos aproximarnos a él, desde otra mirada. Conocer aspectos de su vida y develar de algún modo, al hombre que habita dentro del personaje. Personaje, sí, porque, quiéralo o no, al ostentar su cargo, como representante de El Vaticano, mientras se define el nombre del futuro Obispo de Iquique, se transforma en una figura pública de primera línea. De todos modos, es un referente de opinión.


Anyelina Rojas Valdés/ 15 de Abril de 2006
anrojas@terra.cl

(Entrevista publicada en Semanario Iquique Express)

Un día cualquiera, por los inicio de los años 70, un niño inquieto –aunque a la vez introvertido-, delgado y de aspecto medio pálido, trepaba los árboles en el valle de Azapa, practicaba caminatas, comía aceitunas y compartía travesuras con sus amiguitos. Entre tanto juego y el sol nortino, un día se lanzó a los estanques de regadío. Dio un par de aletazos y ya, a prendió a nadar. También estaba la otra parte, aquella más piadosa; aquella que le hacía preocuparse y cuidar a los animales; o que le hacía conmover profundamente, cuando se encontraba con la imagen de la Virgen del Carmen… Marcos recién se empinaba en la niñez, pero la vida, ya le estaba mostrando dos caminos. La vida misma, cotidiana y un aspecto espiritual, profundo, de la mano del mensaje de Dios, que en definitiva, se refunden en un solo camino.

Es el quinto de 6 hermanos, manteniendo una gran diferencia con los mayores, por lo tanto, siempre fue muy regalón. Nació en 1964, cuando su familia vivía en Tarapacá con 21 de Mayo, muy cerca de la Plaza Arica. Allí, su padre, devoto de la Virgen del Carmen de La Tirana, fundó la Primera Diablada de Chile o como se le conoce “la Diablada del Goyo”, parafraseando el nombre de su creador.
-Entonces, más de una vez se habrá vestido de diablillo-, le digo, para marcar el tono de este diálogo, que aunque periodístico, pretende ser ameno y coloquial.

A los dos años, su familia se fue a vivir a Arica, pero siempre venía a Iquique en vacaciones, feriados o días libres. “Tuve una niñez muy bonita, muy ligada al tema campestre, porque vivíamos a la entrada del Valle de Azapa”, rememora hoy Marcos Ordenes Fernández, sacerdote y actual Administrador Diocesano.

-Tomando esa época de la niñez, ¿cuál es el primer recuerdo religioso que le viene a la memoria?
-Tengo vívida la imagen de niño, muy pequeño, tomado de la mano de mi mamá en una procesión, detrás de una Custodia, en la Iglesia del Carmen en Arica. Y te cuento, en toda mi vida siempre me aparecen hechos ligan con la Virgen. Tengo muchos momentos importantes de la vida que me ligan a la virgen y con el título “del Carmen”.

Sin embargo siente que su niñez fue completamente normal, como la de cualquier otro niño. Era bromista, incluso, más de alguna vez se extralimitó con sus travesuras. Pero, a la vez, le interesaba relacionarse con los demás. Eso lo llevó a integrar desde muy temprano, un grupo scout de su parroquia, en Arica. “Esto me hizo tener una gran disciplina y especialmente, mucha valoración por las otras personas. Aquí aprendió esto de Amar a Dios, a la Patria y a la Familia. Esto queda marcado.

Tomaba tan en serio su participación, que llevaba una libreta de apuntes para anotar sus buenas acciones. “Esto que parece una anécdota, en realidad fue muy importante para mi formación como persona”.

Todo marchaba de maravillas en la vida del pequeño Marcos, cuando su familia emprendió el retorno a Iquique.

-¿Cómo fue el regreso?
-Tenía 11 años y me matricularon en la Escuela Santa María. Había un régimen de estudio muy estricto y de mucha exigencia académica. Recuerdo que como venía de otra ciudad, me sentaron en el último asiento y en la medida que uno tenía buenas calificaciones, avanzaba.

-¿Avanzaste?
-Al término del año ya estaba en la primera fila- dice sonriendo.

-Pero hasta ese momento, ¿no sentías el llamado religioso?
-Era creyente. Incluso, mi mamá se preocupaba que fuera a misa los domingos. Más adelante fui acólito de la Catedral, con monseñor Valle, pero nada todavía como una vocación religiosa.

Así llega a la adolescencia. Realiza una vida como cualquier joven que se integra a las actividades de su parroquia. Tiene amigos, amigas e incluso, si avanzamos a la época universitaria, supo también lo que es el amor juvenil. “Me marcó mucho mi llegada al liceo, porque allí se me despertó algo que tenia guardado de mi época de scout, porque allí fui enfermero…

-¿Cómo fue eso?
-Se me despertó muy fuertemente el interés por la ciencia. Incluso guiados por una profesora participé con un grupo de compañeros en concursos científicos y nos fue muy bien. Pero también me inculcaron el amor por la literatura y la literatura crítica. En ese aspecto, me marcó mucho el libro de Mariano Azuela, Los de Abajo. La comprensión del libro hacia la que me orientaron fue impactante para mí.

-Impactante al punto que…
-Que descubrí por ejemplo, que tenía un compañero que su papá era detenido desparecido. A esa altura 17 años, yo no tenía idea y más aún, porque venía de una familia más conservadora. Así, entonces, empecé a descubrir un mundo nuevo. En Cuarto medio, cuando el padre Franklin Luza estaba recién llegado a la Catedral, fue con él a Pisagua, para llevar alimentos y visitar a los relegados políticos. Luego empecé a ir al interior y ver otras cosas… Entonces se me empezó a desarmar mi mundo.

-Con tantas interrogantes y un mundo medio desarmado, ¿cómo enfrentas la universidad?
-Ingresé a la carrera de Obstetricia en la Universidad de Arica. Acá hice la crisis de la juventud. Me dediquen mucho a estudiar, pero también me incorporé a los grupos que trabajábamos por el retorno a la democracia, aunque nunca participé en un partido político determinado.

Lo otro que le atraía de esta nueva vida, eran las discusiones que se producían entre sus compañeros. Con distintas visiones y posiciones frente a la vida y a la contingencia. Toda esta vorágine y en medio de sus cuestionamientos, lo llevó a alejarse de la Iglesia, pero más bien del culto, porque internamente, sentía fuerte su fe. Como anécdota, recuerda, que mientras trató de alejarse, “fue el año que más recé”. Iba a la Catedral de Arica y buscaba que Dios le ayudara a encontrar las respuestas.

-Claro está, que volviste a la Iglesia.
-Claro, después volví y con mucha más pasión. Empecé a trabajar en las poblaciones e incluso, comí en una olla común durante un año, porque a partir de lo que me decía el Evangelio, quería vivirlo…

-Ese es el momento, entonces, en que aparece la vocación…
-Es que fue una época muy hermosa. De mucha vida en la comunidad, de solidaridad. Por el año 1986, con una buena trayectoria académica. Era alumno ayudante, estaba iniciando mi tesis y mi panorama estaba claro, iba por el área clínica académica. En eso cayó en mis manos la biografía de Juan Pablo II, lo que golpeó profundamente y me llegó a la convicción que debía dejarlo todo.

Así de drástica fue la decisión de Marcos. Lo dejó todo, ante los ojos atónitos de su madre, que cumplía el sueño dorado de tener a un hijo profesional; y de sus profesores, que veían en él a un gran discípulo. No obstante y con cierta condescendencia, terminó sus tesis de grado y se tituló como Obstetra, logrando uno de los más altos promedios de su promoción junto a otra compañera.
Ingresó al Hospital de Iquique a trabajar en lo suyo, pero sintiendo cada vez más claro, el llamado de Dios.

-Fue en los pasillos del hospital, durante los turnos, en conversaciones que tuve con varias mujeres que estaban con cáncer terminal, con las que recé muchas noches… lo que me hizo tomar la decisión definitiva. Es que me impactó mucho ver lo frágil la vida, que como todas las cosas, se acaba. Entonces decidí dejarlo todo y entrar al seminario. Ingresé al Seminario Pontificio de Santiago, en 1989

-Llegas al seminario. Sin duda que ser mayor de edad, profesional, habiendo trabajado, acostumbrado a manejar su vida y a contar con un sueldo todos los meses, fue un cambio radical.

-¿Cuán radical fue ese cambio?
-En el seminario éramos 36 alumnos, por lo tanto había una variedad enorme. El proceso de formación era muy serio y riguroso, pero también muy humano. En lo personal, claro que fue difícil. Imagínate que yo era un profesional, que manejaba su vida, que trabajaba y allí tuve que llegar a pedir permiso para ir a la esquina… En el primer año se sale muy poco en el Seminario. Pero tengo los mejores recuerdos. Primero, volvía a estudiar, en la Universidad; fue presidente del Centro de Alumnos, era el encargado del grupo de cantos… en fin, fue muy valioso. Además, descubrí al padre de mi alma, al que formó mi alma y marcó mi corazón. Se trata de don Vicente Ahumada, mi formador… Falleció hace dos años, pero me marcó profundamente y me enseñó una lección para toda la vida, que trato de aplicar siempre. Se trata de ser fácil, de no poner complicaciones, ni a Dios, ni a las personas.

-¡No parece fácil!
-No es fácil, pero en la medida que aplica esto en pequeñas cosas, va aprendiendo a vivir la vida mejor… Y uno va siendo capaz de más, de entregar lo mejor.

Ya ordenado sacerdote y con la madurez de sus años y su historia de vida, empieza una carrera vertiginosa. Vive primero lo que se denomina en jerga religiosa “año pastoral” en la Capilla de El Colorodo, pero por las mañanas, se dedica a su profesión. Al año siguiente es ordenado diácono y después sacerdote. Quizás por esa misma historia de vida, se vincula al tema de la religiosidad popular y termina como asesor de los bailes religiosos y luego, como el Rector del Santuario de La Tirana. “Es como volver a la Casa de la Madre”, dice sin poder evitar la emoción y aludiendo a la Virgen del Carmen.
Sin embargo sus inicios en La Tirana no fue fácil. Debió acoplarse con la comunidad y sumir una vida nueva, muy distinta a lo que había sido, hasta ahora, su largo paso por Santiago. “Te digo, no estamos exento de problemas, pero esa comunidad me educó. Ellos me enseñan a mí y yo también les enseño a ellos. Es una entrega recíproca”.

De esas enseñanzas intercambiadas se nutre el ya sacerdote Marco Ordenes, cuando desarrolla sus clases de Etica en la Universidad Santo Tomás. Allá se transforma en “el profe”. No estaban tan alejados sus formadores en Arica, cuando lo vislumbraran como un excelente académico.

Friday, April 07, 2006

ENTREVISTA A SILVIO ZEREGA ZEGARRA



Humberstone, Patrimonio de la Humanidad, lo trae de nuevo a la palestra

SILVIO ZEREGA, EL OTRORA SEREMI DE LA TRANSICIÓN


Era marzo del año 1990 y saboreaba regocijante el triunfo de la Concertación, con Patricio Aylwin como Presidente de la República, cuando supo que debía asumir como Secretario Regional Ministerial de Gobierno. Mientras atendía a sus clientes que buscaban refrescarse del calor estival consumiendo los helados artesanales que vendía en su heladería de Vivar con Zegers, Silvio Zerega Zagarra, no lo pensó dos veces. Hizo un rápido repaso de su vida en las últimas décadas, desde que abrazara los ideales socialistas en el periodo de Jorge Alessandri, hasta los difíciles años de la lucha contra la dictadura. ¿por qué no?, se dijo a sí mismo. Tenía a su haber sus ideales, su lucha inclaudicable y sobre todo, lo que sería trascendental en el rol que iba a asumir: era iquiqueño y conocía a todos los personajes de esta ciudad. Con una emoción que le apretaba su corazón respondió afirmativamente al intendente Nelson Garrido Alvarez, con quien ya había compartido las acciones opositoras y las recientes campañas, por el No y la Presidencial. Sabía que era un momento histórico para el país y que a él le correspondía asumir un rol fundamental en la región. Así, entonces, se transformó en el vocero del nuevo gobierno democrático y su nombre quedó plasmado en la historia reciente, como el Seremi de la transición.

ANYELINA ROJAS VALDES
anrojas@terra.cl


-¿Podemos decir tu edad en esta entrevista? –le pregunté-
-No tengo problemas con eso, -respondió- Nací el año 38.

Después de un par de preguntas más y como las matemáticas por simple que parezcan, no son mi fuerte, logré concluir que este hombre sencillo, apacible, de una delgadez estilizada y ojos claros, tiene 67 años. Y por supuesto que siente que hace rato que está de vuelta, que es tiempo de dejar espacio a los más jóvenes y que está plenamente satisfecho trabajando por la recuperación del patrimonio salitrero, a través de la Corporación Museo del Salitre y hoy más aún, porque se logró un hito en menos tiempo de los esperado: lograr que Humberstone y Santa Laura fueran reconocidos por la UNESCO, como patrimonio de la humanidad.
No por nada sus raíces le hablan hasta hoy. Su papá llegó de Italia y acá conoció a una pampina que lo cautivó. La siguió hasta Huara, su pueblo natal, se casaron y tuvieron 7 hijos. Silvio Zerega, uno de los menores nació en Iquique por simple casualidad, pero
hasta los 7 años vivió en Huara. De hecho, antes que iquiqueño, se siente huarino. Eso, por cierto, llena de orgullo a su longeva madre de 98 años aún vive. “y completamente lúcida”, nos dice. Lo curioso es que la señora, vive con su hermana mayor.
El año 1947 la familia se radica en Iquique. Silvio, con 7 años ingresa al colegio Don Bosco y sus hermanas, a la contraparte, María Auxiliadora. Desde esa fecha, siempre ha habido una Zerega en este colegio salesiano, correspondiéndole ahora, a su hija Valeria.
Después de su largo paso por Don Bosco, el joven Silvio, terminó sus estudios medios en el Liceo de Hombres y de allí, como era típico de las familias de clase media, se trasladó a la Escuela Normal “José Victorino Lastarria”, desde donde egresó como profesor primario. Trabajó un par de años, incluso, haciendo clases en el colegio de Huara, cuando decidió continuar estudios de Pedagogía en Matemáticas.
Sin embargo, la vida no le era fácil. Se había casado, tenía dos hijos y el sueldo de profesor, no alcanzaba para cubrir el mes. Reconoce que ya por el día 22 ó 23, debía pedir auxilio a su madre. Y para evitar gastos, hasta aprendió a reparar los zapatos de sus retoños. “Es que los sueldos de los profesores eran muy, pero muy exiguos”, recuerda. Era pleno gobierno de Alessandri, definiendo en esa época, su militancia socialista. Luego, durante el gobierno de Allende, participó en interesantes e innovadores proyectos educativos, mientras paralelamente se desempeñaba como docente de la entonces sede de la Universidad de Chile en Iquique. En eso estaba, cuando sobrevino aquel 11 de septiembre de 1973. No la pasó bien. El proyecto en el Ministerio se acabó y fue despedido de la universidad. “Me transformé en un paria, sin posibilidad de encontrar trabajo”. Allí nació la idea de la heladería, su trinchera económica en los años de dictadura. A esta altura y tras quedar viudo, ya había contraído matrimonio por segunda vez, del cual tiene dos hijas más; la mayor, que estudia danza, en Santiago y la más pequeña, que representa el apellido Zerega en María Auxiliadora. Laboralmente hoy se desempeña como Secretario Técnico de la Comisión de Enajenación.

La lucha por la democracia

Cuatro años estuvo como Seremi de Gobierno y otros 6 como gobernador provincial. Sin embargo, esto no fue gratuito, sino que más bien el curso natural de una trayectoria en lo que fue la lucha por recuperar la democracia.

-¿Cómo fue la incorporación a la política, en aquellos años de gobierno militar?
-Recuerdo que durante los primeros años de la década del 80, nos juntamos trece personas, para recuperar y rearticular el partido socialistas… Entre ellos recuerdo a Juan Garcés, a Jorge Soria, Fuentes y otros más.. Ahí partimos de nuevo, con todos los riegos que significa en ese tiempo hacer política.

-Eso en lo político, pero en el plano personal, ¿en qué estabas?
-Bueno, cuando uno salía de un trabajo público, como era la universidad en ese tiempo, quedas transformado en un paria, en un exiliado de todo lo que fuera público. Había que estar en un campo laboral donde te la arreglaras sólo. De hecho tuve que ir a vender helados en Vivar con Zeggers. Allí puse un negocio…

-En todo caso –le retruco- algunos que venden helados llegan a ser alcaldes…
-Es que aprendió conmigo –dice en tono jocoso- pero recordando las tertulias que mantenía con el alcalde en aquellos años.

-Pero sigamos…
-El partido se logró reestructurar en forma completa. Después surgió el PPD. Fui su presidente en un período. En el fondo era una simbiosis entre PPD y PS, pero finalmente quedó como partido. Me quedé en el Partido por la Democracia, junto con otra gente como Caucoto, Francisco Pinto… no porque hubiese grandes diferencias, porque creo que ambos eran partidos muy similares, que luchan por mayor justicia para la gente. El PPD se fortaleció, se quedaron profesionales, técnicos y el PS tomó su rumbo, porque a esa altura ya no era posible la co-habitación, aunque no hay grandes diferencias. Tenía, la heladería, pero trabajaba en el colegio Inglés también, de lo cual estoy muy agradecido, porque intenté trabajar en otros colegios, pero todos los directores a los que le pedí apoyo, me dijeron que no, porque si había salido de la universidad era por algún motivo ¡grave!, me decían… En el fondo era una forma elegante. A muchos de ellos he tenido la oportunidad de volver a verlos pero… ¡bueno! Las cosas ya pasaron… No así el Colegio Inglés; guardo muchos recuerdos, por eso cuando se transformó en instituto, tuve la oportunidad de ayudar en la realización de ese sueño, que después se desvaneció, pero ayudé.

-¿Cómo llegan la nominación de Seremi?
-Recuerdo que un viernes, me dicen que me andaban buscando con la intendencia. Me presenté y me encontré con la sorpresa que ya mi nombre estaba en la lista, o sea –dice sonriendo- funcionó la dedocracia, pero yo sabía que era una responsabilidad que debía asumir. Además, con Nelson (Garrido) nos conocíamos de los años de profesor primario, así que él sabía que yo iba a responderle. Así partió mi carrera. Lo primero que hice fue dejar el negocio porque entendí que un trabajo de esa índole no era compatible con las nuevas funciones que asumía. Así que pesqué las llaves de la heladería y la vendí a puertas cerradas…

-Ahí entonces hay un proceso… de “paria político”, a ser la cara visible del nuevo gobierno de la Concertación. ¿Cómo fue ese tránsito?
-Después de un largo silencio, dice –difícil de creer. Muchas veces estábamos en reuniones de gobierno, en conversaciones y la verdad es que “no nos la creíamos”… ¡Imagínate!, en un año pasar de una situación tan negativa de convivencia, a una instancia en la cual tenías que hacer un papel radicalmente diferente. Pienso ahora que mucho ayudo el hecho de ser iquiqueño, del norte, porque la mitad de mis raíces están también en Arica… Entonces tenía y tengo, una relación muy fluida con lo iquiqueños y los ariqueños. Eso ayudo mucho a que se suavizara este tránsito y finalmente fue más suave de lo que incluso, yo me imaginaba… ¡mucho más suave!

-...Y encontrarse de frente con algunas personas que fueron la cara de la dictadura…
-Fue difícil un solo momento, cuando se hizo el cambio de mando. Nos reunimos en la sala grande de la intendencia y fue un poco complicado, pero ¡era así! Las palabras de buena crianza, como se dice, se notaban muy duras… pero una vez pasado ese momento, las relaciones directas fueron más fáciles y el tránsito fue suave.

-Tu perfil y tu personalidad, ¿cuánto influyeron en eso?
-De partida, por principio, por formación, porque mis padres nos formaron así, no tengo eso de guardar rencores ni amarguras. Las cosas se dieron en un momento dado, pasaron ¡y pasaron no más! Obviamente que hay situaciones muy dolorosas que no se olvidan, pero eso es otra cosa, porque tú entras a trabajar a un gobierno que es gobierno de todos los chilenos, incluyendo aquellos que tomaron decisiones tan arbitrarias. ¡incluyéndolos a ellos!, entonces lo que corresponde es ayudar a mejorar ese nivel de relación… en la medida de los posible. Obviamente que hay gente que actuó muy mal, pero después judicialmente se les ha seguido acciones. También hay que reconocer, que hubo gente que actuó en el gobierno militar por principios y convicciones, que tuvo una actitud que fue buena, regular, mala ¡pero ya pasó! No se puede seguir marcando la distancia para el resto de tu vida. Menos en la Secretaría Regional de Gobierno. Yo no podía establecer una política de segregación…

-…Entonces, ¿cómo funcionó?
-Estableciendo lazos, conversando con la gente y bajar el perfil a aquellas cosas en que se pudiera hacer. En lo que es delictual, obviamente que no. Pero, te cuento, fue partiendo de la nada, hasta que terminamos a los cuatro años del Gobierno de Aylwin, con grandes avances. Además, esa era la característica del Presidente. Que hubo momentos difíciles, los hubo…

-Por ejemplo…
-Un día supe que se estaban produciendo movimientos militares más allá de lo común, que fue el famoso boinazo. Uno ignora todo lo que hay detrás de eso. Concurrí a la intendencia de inmediato. De Santiago nos llamaron a todos los seremis de la Región. Y te digo que fue fácil darse cuenta que aquí y en las otras regiones era un movimiento que no existía. Habían algunas reuniones, pero no tenía ningún impacto aquí. Eso ayudó al gobierno central, recavando información de todas las regiones, de quedar claro que el movimiento estaba centralizado estrictamente en Santiago. Y no tuvo mayores consecuencias.

-Después de 4 años como seremi, tiene otros 6 como gobernador provincial, ¿cuál es la experiencia y el aprendizaje que sacaste, al estar allí, en la primera línea?
-Fue un escenario diferente al que había vivido antes, en diferentes gobiernos. Yo viví en gobiernos radicales, con Videla y Carlos Ibáñez; el gobierno de derecha de Alesandri; luego Frei, Allende, hasta lo que significó la dictadura de Pinochet. Y de paso te cuento que a Pinochet ya lo ubicada de antes, cuando vivía en Iquique.

-¡Conocías a Pinochet de antes!, ¿cómo fue eso?
-Es que le hice clases particulares a uno de sus hijos, a Marco Antonio. Iba normalmente a su casa una o dos veces por semana para prepararlo para unos exámenes que se daban antes para ingresar a séptimo año… Era normal que a veces nos topáramos y preguntara cómo estaba el hijo…

-¿Qué respondía el profesor?
-Estamos hablando de un chico que tenía 10, 12 años. Era un chico bien despierto, muy soñador. Era bien especial y muy buen alumno en lo que a mi especialidad respecta. Ah, otra cosa, la mamá, la señora Lucía pasaba ahí, muy pendiente. Después siendo gobernador, me correspondió reemplazar al intendente Vera en la Ceremonia del 7 de Junio, en Arica. Y todo el mundo… los generales que estaban en El Morro, se extrañaban del nivel de conversación con el Comandante en Jefe. Y eso es nada más porque él vivió acá, teníamos conocimiento de gente en común… y preguntaba por sus conocidos…

-Estábamos con el tema del aprendizaje que lograste…
-Aprendí mucho. Es que fue pasar de un mundo educacional, comercial, a un ámbito público, de gobierno. Pienso que el hecho de ser como uno es, ayudó mucho a la convivencia entre dos sectores que venían de una gran pugna: los nuestros, que era gente que venía de la oposición y la derecha. En eso está el aporte que pude haber hecho y también lo que aprendí. En lo operativo, destaco que trabajamos mucho en Alto Hospicio y todo el tema de las tomas de terreno. Recuerdo que recibí un apoyo enorme de Bienes Nacionales que confió en nosotros, como gobernación provincial y nos entregó los terrenos para hacer el loteo. De hecho, la Gobernación hizo todo el plan de emergencia inicial, allá en Hospicio.

En la trastienda

-¿Y que hace un hombre con toda esa trayectoria y experiencia, en un rol de trastienda?
-Ahora estoy en el tema de Humberstone y Santa Laura…

-Me refiero a la formalidad del sector público...
-¡Nada, pues! ¡Tarea cumplida no más! Uno cumple una tarea y a veces segundas partes no son buenas. Las condiciones van cambiando, los actores no son los mismos; entonces uno mira el devenir del servicio público. Ahora, la valorización que logré conquistar en la primera línea del gobierno, me ha permitido volcarla a lo que estoy haciendo ahora.

-En realidad, igual estás en primera línea, a través de la Corporación Museo del Salitre, como su secretario ejecutivo. ¿Cómo te fuiste involucrando en el tema?
-Cuando estaba en la gobierno me llamó un síndico de quiebra que me pidió que cuidara las salitreras y que la Gobernación regulara quien ingresaba y no a las salitreras. Cuando se produjo la licitación eso sirvió mucho, porque primero estaba contemplado en la licuitación Santa Laura, Humberstone y las tortas, lo que le subía enormemente el valor. Ahora, en lo personal, yo trabajé en Humberstone, hice clases en la escuela en la época del desarme, cuando se estaban cerrando las salitreras, entonces hay una fuerte emoción. Ya como gobernador también participé en el proceso de la redacción de estatutos de Hijos del Salitre, posteriormente cuando la Corporación asumió la propiedad, don Sergio Bitar me pidió que asumiera la secretaría ejecutiva. Y en un tema así uno nunca puede decir que no. Imagínate, es la posibilidad de devolver a la tierra, lo que uno ha recibido. Además hay una red de contactos positivos, que ha permitido que podamos generar apoyos, recursos. Y contar con el respaldo del hoy ministro de educación.

-Estar hoy día en la Corporación es fácil, pero ¿cuando partiste cómo fue?
-Difícil. Si no es porque nos encontramos con gente como Sara Benavides, Directora del FOSIS, con quien empezamos a conformar un equipo de trabajo, lo que permitió contar con asignaciones para mano de obra para trabajar. Con eso se pudo limpiar Humberstone que estaba horrible y dejarlo como un espejo, como está ahora. En fin, el tema financiero siempre es complicado, pero estamos saliendo adelante. Y hoy día estamos donde estamos.

-¡Qué significa estamos donde estamos!
-Significa que se va a cumplir el sueño de los pampinos, en el sentido que esto nunca va a desaparecer la cultura pampina, porque hay un compromiso del gobierno. Estas son las últimas salitreras que nos van quedando, por eso tenemos que cuidarla. Con esta designación se reconoce la cultura pampina como tal. Por eso se preserva cultura y los pampinos que van quedando reconocen en Santa Laura y Humberstone su tierra, aunque hayan nacido en otro lugar.

-En todo este proceso formal y de oficialización, ¿no se trasgrede la esencia de la cultura pampina?
-En otros lugares como San Pedro de Atacama, hay hoteles, llega la modernización… nosotros no queremos eso para Humberstone. En algún momento se va a habilitar el hotel, pero de acuerdo a lo que era. Vamos a rescatar la cultura pampina, para difundirla y dejar Humberstone como un espacio donde el tiempo se detiene, para que se pueda conocer la vida en las salitreras como era. Y la modernidad no puede atentar contra eso.

-Vamos a las matemáticas: Si tiene 68 años y las expectativas de vida en tu familia superan los 90, se deduce que te quedan 20 años o más de vida útil por delante. ¿Qué es lo que viene?
-Uno se fija metas, pero la felicidad no está en la meta, sino que en el camino que se hace para llegar a esa meta. Así, entonces la felicidad de construye paso a paso. En lo familiar, puedo decir que tengo una situación económica más o menos consolidada; quiero seguir trabajando hasta el día que no tenga ganas de hacerlo. Cuando no tenga ganas de ir a trabajar, entonces ¡paro!. Aspiro a que mis hijas terminen sus estudios y después retirarme a una vida más tranquila, en Pica. Allá tenemos una casita, que nos ha costado un mundo hacerla. ¡Y nada más! Eso es todo. He vivido feliz.

-¿Y en política?
-¡En política nada más! Creo que hay que dejar el paso a los más jóvenes. La historia te dice que hay momentos en que hay que irse y creo, como están las cosas, porque nadie sabe qué pasa mañana, que en política ya no; claro que uno siempre está en contacto, conversando, dando consejos, pero ahí no más. Además, con Humberstone y Santa Laura tengo un inmenso trabajado por delante y para rato. ¡Me siento muy feliz por ello!

ENTREVISTA A CORE JULIO CAMARA


Después de 30 años, CORE Julio Cámara retornó a la CUT pararecibir homenaje

Las vueltas de la vida son impredecibles. Hace más de 30 años el actual CORE Julio Cámara Cortés se desempeñaba como dirigente sindical, motivo por el que fue arrestado y sacado con esposas desde la sede de la CUT para ser conducido a la cárcel de Arica. La causa simple y obvia en aquellos convulsionados días del gobierno militar: pertenecer al movimiento sindical. Es por ello que el consejero regional, no pudo contener la emoción cuando en ese mismo lugar, recibió el pasado vienes, un reconocimiento a su trayectoria y contribución al fortalecimiento de la lucha de los trabajadores; paradojalmente, la misma causal que lo mantuvo en cautiverio por largos tres años.Anyelina Rojas/ 25 de Marzo de 2006.-“Hoy vuelvo a mi casa y me siento uno más entre ustedes”, sostuvo Julio Cámara ante el Comité Ejecutivo de la CUT de Arica, tras recibir la distinción a su trayectoria sindical, bajo la compañía institucional de otros tres integrantes del Consejo Regional: Andrea Murillo, Emilio Jimenez y Ciro Alegría.
“Agradezco este reconocimiento –señaló Cámara- porque después de tantos años regreso a mi casa, la misma de la que salí esposado en 1973 y a la que hoy vuelvo como un hombre libre”, sostuvo.
En tanto, Julio Olivares, actual presidente de la CUT ariqueña, destacó que el homenajeado representaba los valores de los trabajadores chilenos. A la vez destacó su fuerza y valor para salir adelante y vencer la adversidad.
Su trayectoria, un ejemplo
Cuando en 1976, Julio Cámara Cortés recobró su libertad, fue advertido de la inconveniencia de permanecer en Arica, puesto que su pasado sindical, representaba “un peligro”. Decidió trasladarse a Santiago, donde, además de buscar un trabajo que le permitiera su sustento, completó su inconclusa enseñanza media y siguió una carrera técnica en el área de la publicidad.
Sin embargo, la gran motivación que le inspiraba, era contribuir en la recuperación de la democracia. Así, mientras se desempeñaba en una empresa de transporte colectivo, fundó un sindicato. “Recuerdo que éramos cuarenta socios, pero, a la semana de haber formado un sindicato, quedábamos ocho, porque uno a uno, todos fueron despedidos”.No sólo eso. Como represalia a su osadía, fue secuestrado y apresado nuevamente, donde se le advirtió que cesara con sus prácticas sindicales.
En 1992 vuelve a Iquique, la tierra que lo vio nacer y se integra a trabajar a la Pastoral Obrera, como encargado de capitación. Paralelamente se desempeña en la Oficina Regional de Retorno. Al año siguiente se integra a la Seremi de Vivienda y Urbanismo, como Encargado de Difusión.Motivado siempre por superarse, ingresa a estudiar ingeniería en Administración de Empresas en la UNAP y más tarde continúa con un Magíster en Gestión de Recursos Humanos. Y en febrero del año pasado, respaldado por los concejales del PPD, partido en el que milita, logró ser Consejero Regional, desarrollando una prestigiada gestión reconocida por sus pares.Trabajadores y democracia
Al ser consultado sobre las falencias del movimiento sindical chileno, Cámara señaló que si bien, las hay, lo importante es fortalecer la organización de los trabajadores “porque históricamente en nuestro país, han sido los trabajadores los que han impulsado la lucha por la democracia. Así ocurrió en 1907 y lo digo ahora que estamos ad portas de conmemorar el centenario de la Matanza de Santa María. También fueron los trabajadores los que iniciaron las primeras movilizaciones sociales para recuperar la democracia”.
En ese contexto, valoró la visita que el actual ministro de Hacienda, Andrés Velasco, hiciera a la sede de la CUT en Santiago. “Ello da cuenta de lo importante que son los trabajadores y que no se puede obviar una interlocución con ello, a la hora de evaluar temas económicos, de seguridad laboral, etc.”, añadió.
Ese estilo de diálogo social, según explicó, es el que debiera predominar también en la región. Y como ejemplo de ello, desde el CORE, contó que la ceremonia en que fue distinguido por la CUT, permitió una primera reunión formal entre los dirigentes sindicales y los CORES que le acompañaron.

ENTREVISTA A SEREMI LUIS GUZMAN CONTRERAS

Luis Guzmán Contreras… de aquellos que se ensucian los zapatos y sudan en la cancha Sus amigos lo llaman Pipo; en su familia le dicen Luchín; y hoy, en la Secretaría Ministerial de Economía, pasó a ser “don Luis”. Sea cual sea la nomenclatura de su nombre, Luis Guzmán Contreras, es el mismo de siempre: sencillo, alegre, espontáneo; deportista practicante y comprometido –al punto que los fines de semana entrena a la división Juvenil del Club Norteamérica-; amante de sus familia –compuesta por su mujer, dos hijos y un tercero en camino-; un servidor público puro, como se autodefine; pero por sobre todo, un iquiqueño neto, orgulloso de su tierra y su gente. A tal punto, que el “iquiqueñismo” que lo invade, lo pregona y siente, le hace asegurar que así como nació en esta árida, pero cálida tierra nortina, espera vivir por siempre en Iquique y cuando le llegue la hora de partir, desea que sus cenizas sean esparcidas por cuanta cancha de barrio haya en la ciudad. Anyelina Rojas Valdés anyerojas@gmail.com
La noción de barrio, anclada en la memoria de Luis Guzmán Contreras, el recién designado SEREMI de Economía, por la Presidenta Michelle Bachelet, no es un hecho banal; más bien, tiene que ver con esa idea de barrio que habita en el colectivo iquiqueño. “Nací en el sector de Avenida Aeropuerto con Diego Portales, en lo que fue la Población Soria; luego en la población Endesa y en el barrio Libertad. En todos estos lugares, siempre fue lo mismo: buenos amigos, buenos vecinos; todos nos conocíamos. Recuerdo cómo se jugaba a la challa en el verano y la forma en que nos divertíamos. Había mucha fraternidad y los amigos se hacían allí, en las puertas de la casa Sin duda que todo aquello, marcó mi formación como persona”, rememora hoy. Pero, otro hecho que marcó su vida, fue la perdida de su madre, cuando apenas tenía 7 años, siendo el menor de cuatro hermanos. “A pesar del dolor y de un sentimiento reprimido fuerte, que debo tener, creo que salí adelante, porque me vi en la obligación de hacerme independiente, porque mientras mi viejo trabaja mucho para sacarnos adelante, cada uno de los hijos tenía que cumplir con sus propias obligaciones”. Así, intentando superar el dolor; siendo alegre y amigable casi al extremo, llegó a la adolescencia. “Fui un joven como cualquiera. Ni el mejor alumno, pero tampoco estaba entre los peores. Hice todo lo que tenía que hacer y viví a concho todas mis etapas. En concreto, se puede decir que logré desarrollarme sin frustraciones”. Al egresar de cuarto medio, decidió hacer el servicio militar como voluntario. -Podría parecer extraño, que en plena dictadura, un joven con cultura de izquierda, opte por el regimiento –le señalo- -Nada de extraño –responde seguro- Fue más bien práctico, Era algo que tenía que hacer y si lo postergaba o le hacía el quite, todos los años me iban a estar llamando. Preferí cumplir con el deber militar y despejarme de eso para iniciar mis estudios en la universidad. -¿Y la rigurosa disciplina militar…? -La disciplina, independiente que sea militar, es algo que siempre ayuda en el desarrollo personal; hoy en día el que no es disciplinado, tiene serias dificultades. Eso lo aprendí muy bien en el Servicio Militar. También aprendí lo que es tener un jefe y que al jefe hay que obedecerle; aprendí a escuchar… Bueno, creo que mi por el regimiento, reforzó en mí esto de ser independiente. Con el deber cumplido emprende vuelo a Arica, aterrizando en lo que hoy es la Universidad de Tarapacá, para estudiar Ingeniería Civil Industrial. Era la década del 80, años difíciles políticamente hablando. “La universidad estaba muy convulsionada, había mucha movilización y constantemente ingresaban las fuerzas de seguridad al campus”, recuerda. Obviamente esto no pasó inadvertido para el debutante universitario, que se encontró en el lugar y momentos precisos para canalizar sus inquietudes políticas y como entre sus compañeros estaban los principales dirigentes de la Federación, las cosas se fueron encadenando. “En más de una oportunidad tuve que esconder a un dirigente en mi casa. Y yo mismo, incluso recibí la visita de agentes de seguridad”. “En la situación que vivíamos, -añade- yo sentía que había que hacer algo para dar vuelta el escenario. Y en ese momento sentía que todos los mecanismos eran válidos; no estaba dispuesto a ser golpeado sin defenderme. Hice lo que sentí que tenía que hacer, entregué mi aporte… No me imagino que hubiese actuado de otra manera; no estaría tranquilo hoy”. Pero como el escenario político se fue complicando, concordó con su familia el retorno, para continuar sus estudios y la misma carrera en Iquique, la cual concluyó por los años 90. Listo y presto con su título en mano, de Ingeniero Civil Industrial, consiguió su primer trabajo, como jefe de Operaciones del Diario “El Nortino”. -¿Cómo fue esa primera experiencia laboral? -Fue muy buena y me marcó bastante también, porque a pesar que era mi primer trabajo, también allí di mis pequeñas luchas. Recuerdo que a fin de año se organizaba una comida, pero lamentablemente, la gente de mi Departamento no podía participar porque eran los encargados de hacer el diario, de imprimirlo. En buena, hablé con los periodistas, con el editor, recuerdo y peleamos un poco, hasta que logré que todo el material periodístico se entregara antes. Resultado: todos participaron en la cena, los que imprimen, los alzadores (compaginan en diario). Y nadie se hubiese dado cuenta si al día siguiente el diario hubiese salido más tarde. Cuento esto como una anécdota, poro también con un sentido profundo de señalar que todas las personas contamos, desde los más importantes, a los más humildes. Ese es un precepto de vida que mantendré siempre. -Con esa idea, llegaste luego a la Municipalidad de Iquique… -Así es. En El Nortino estuve poco menos de un año. Luego me fui a la Municipalidad como Director de Aseo y Ornato, es decir, el encargado de los parques, plazas, de sacar la basura… Algo así como el alcalde chico. Fue una experiencia a concho, aprendí mucho, pero a los 6 meses, ya estaba buscando trabajo. A los 8, me cambié a ESSAT, lo que hoy es Aguas del Altiplano. Esto porque sentía que era como en un constante incendio que hay que apagar, apagar, apagar… Y la formación que tengo y como creo que se hacen las cosas es con planificación, con organización, metas claras y obtener luego los resultados… -¿Pudiste tener una aproximación al Soria persona durante ese periodo? -No sé si se podrá conocer al Soria persona, yo conocí al Soria alcalde… quizás son lo mismo. Estuve algunas veces en su casa y nunca dejé de verlo como alcalde… Como conectándose con el tiempo al que hace referencia, Luis Guzmán se queda pensativo y dice pausado –cuando me preguntaste sobre porqué hice el servicio militar, es porque siempre he dicho que uno en todos lados tiene que aprender y a todas las personas debe escuhar, porque siempre se aprende. Entonces te puedo decir que de Soria también aprendí muchas cosas… -¿Por ejemplo? -Que el cuerpo siempre puede dar más. Yo entraba a trabajar un cuarto para las siete y a veces eran las tres de la mañana y él nos mandaba a buscar al parque o al estadio, porque quería hacer cosas… Y al otro día igual había que trabajar -El cuerpo siempre puede dar más, ¿a costa de lo que sea? -Es que era más joven en esta época, tenía mucho entusiasmo… había que trabajar… Quizás era otro momento. Pero hoy ¿qué puedo decir? Que cuando uno trabaja y se involucra con las personas, logra más que si las mira desde arriba Su ingreso al PPD Entre trabajo y trabajo, firmó la ficha del PPD, aún cuando en los primeros años, no tuvo una militancia activa. Más bien se dedicó a su profesión y a fortalecer la nueva familia que iniciaba, ya como hombre casado. “Me integré de lleno un par de años después, cuando una amiga me pidió que votara por ella en unas elecciones internas. Cuando acudí al partido, me encontré con tanta gente amiga y sentí un ambiente muy cómodo, que me quedé ya en forma activa, hasta hoy” Luis Guzmán se siguió desarrollando profesionalmente y después de 7 años en ESSAT ingresó como Ejecutivo de Fomento Productivo a Sercotec. Esta plataforma le permitió realizar mucho trabajo en terreno y contacto con personas en situación de pobreza, que acceden a los programas de la institución. “Sin embargo, creo que el componente social ha estado siempre presente en todos mis trabajos, también el contacto con la gente, porque forma parte de mi forma de ser, por eso, al analizarme, desde mi vida de niño, de joven, mi paso por la universidad y mi vida profesional, me defino francamente como un servidor público puro. -Servidor público puro, ¿qué entiendes por eso? -Eso significa que hay que asumir el trabajo con mucha responsabilidad. Servidor público es aquella persona que pone toda su inteligencia, su esfuerzo y sus capacidades, pensando en que el resultado vaya en beneficio de la gente, especialmente de los más necesitados. Eso necesariamente significa tener una actitud permanente de escucha y de empatía. -¿Y hoy, desde esta plataforma de autoridad, como Seremi…? -Desde acá trataré de poner mis conocimientos de la mejor forma, para gestionar cosas que vayan en beneficio de la gente. No por ser seremi, me siento ajeno a lo que ha sido mi trayectoria hasta ahora, por el contrario, siento que mi gestión será en beneficio de la gente. Claro está, que desde esta posición seré más articular que hacedor de cosas, pero te aseguro, no dejaré de estar en terreno. -En este escenario de tanta responsabilidad, ¿qué pasa con la familia? -Para mí la familia es lo primero y con mi esposa, aunque ambos trabajamos, nos damos todos los espacios que podamos, para estar juntos y con nuestros hijos. Imagínate que cuando me casé, mis amigos apostaban a cuánto tiempo duraría el matrimonio, pero como te conté, viví todas mis etapas a concho y hoy vivo para mi familia. Mi visión de vida es en torno a la familia; es, hacer feliz a mi familia, ser feliz yo y contribuir para que otros también sean felices. Así vivo todos los días… día a día… -¿Y otros sueños? -¡Eso son mis sueños! Y en lo más personal, el deporte. Soy pelotero… juego todos los fines de semana con otros “viejos de cuarenta” y dirijo (es entrenador) a los juveniles del Club Libertad.