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Tuesday, August 14, 2007

Investigación prospectiva: ¿Tiene sentido pensar el futuro?


Anyelina Rojas Valdés
Periodista
anyerojas@gmail.com



La Prospectiva como disciplina del conocimiento, es relativamente reciente, con poco más de 40 años de desarrollo, cuyo objetivo es anticiparse al futuro que viene y poder intervenir en el presente, para influir en él. Se trata de anticiparse a los acontecimientos, especialmente si éstos se proyectan de manera desfavorables o de impacto negativo. Entonces se trata de actuar en el presente, tomar decisiones estratégicas y evitar la dirección supuestamente “natural”, que llevaban los acontecimientos. Así entonces, podemos construir los escenarios más favorables a los intereses que nos motivan.


El sentido de pensar el futuro, es de extraordinaria importancia para el conocimiento; conocimiento formal e informal. Pensemos sólo en lo que los padres indican a sus hijos como norma de vida: estudiar, lograr una profesión para enfrentar la vida de adultos. “Que sean más de lo que soy yo”, piensa los padres cuando proyectan el futuro de sus descendientes. ¿No es acaso ya, esa inquietud doméstica, que se da puertas adentros en el seno de hogares humildes y pudientes, una mirada hacia lo que viene, con el propósito de generar mejores condiciones de vida?

Cuando nos planteamos en una mirada de futuro, a través del conocimiento formal –independiente de si la Prospectiva es ciencia o no; o si tiene objeto de estudio real, psudo real o virtual- también es de extraordinaria importancia, por cuando permite dirección el presente, a través del manejo riguroso de la información y los datos que nos proporciona el entorno; entorno que a su vez, es cambiante y variable.

En ese sentido, lo interesante es la idea de “anticiparse a la acción”. Es decir, si al observar los acontecimientos A, B, C, etc, el investigador puede inferir un escenario no favorable X, lo que tendrá que hacer es intervenir en esas variables, para atenuar el impacto negativo en el escenario X o idealmente, eliminarlo y generar un escenario Y. Así entendido, el análisis y la intervención prospectiva, es una especie de guía o luz, que nos orienta de la mejor forma hacia el futuro. De allí que se asocie la idea de pro-actividad, como condición insoslayable de la Prospectiva.

Pensemos en los escenarios actuales de la sociedad, ¿qué nos aporta la Prospectiva puntualmente? Por ejemplo, en la organización moderna, que reconoce al entorno –variante y cambiante- como una fuente de interacción permanente, que influye, que interactúa, la Prospectiva aporta los elementos necesarios para prever conflictos, situaciones de riesgo o de crisis. Por lo tanto, lo que se hace, es manejar las situaciones presentes para mermar o eliminar el escenario desfavorable que podían venir

Esto es igual en la política contingente. Pensemos, por ejemplo en la crisis de la educación que se desató hace poco más de un año. El Gobierno, en un primer momento no validó a los estudiantes como interlocutores; y pero aún, no los validó como agentes protagonistas del cambio social. Por lo tanto, no diseñó una estrategia especial ni previó un escenario de acuerdo a un pool o al menos más de una estrategia de acción. El resultado es por todos conocidos.

Si analizamos la contraparte, es decir el movimiento estudiantil, conformado por jóvenes, hijos de la era del conocimiento y la tecnología; formados en la era de la información, con un protagonismo de los medios de comunicación social, especialmente la TV e Internet, ellos sí fueron capaces de proyectarse al futuro. Así lo demostraron. Tenían un movimiento consolidado en el que participaban todos los sectores hacía más de un año antes que se desatara la crisis; se manejaban en un mundo mediático, es decir condicionado por los MCS, especialmente la TV. E hicieron uso de ellos. En jerga periodística, diríamos que los interlocutores no válidos para las autoridades, fueron capaces de mirar a la cámara y hablar en “cuñas”. Es decir, ocupaban los 20 o 30 segundos para decir lo justo y preciso.

Queda claro, entonces, que la Prospectiva, cruza prácticamente todos los ámbitos de la vida social, tanto en los aspectos formales e informales; en la comunicación privado como en la pública. En lo familiar y lo laboral.

Aventurémonos, pues, a prever los escenarios; a intentar modificarlos para alcanzar el mejor futuro posible.

Una reflexión, a propósito del Día del Periodista

Anyelina Rojas Valdés Periodista anyerojas@gmail.com A propósito de la Celebración del Día del Periodista, que rememora la creación del Colegio de esa Orden Gremial, los profesionales en Iquique, participaron en una ceremonia conmemorativa, donde, además, se conformó una mesa, para analizar el rol que cumplen desde distintas perspectivas o áreas de trabajo. A saber, periodismo de medios, periodismo corporativo u organizacional; desde la comunicación pública, entre otras variantes. Veamos pues, cómo abordar este último enfoque, no sin antes señalar que el clásico modelo, anclado en los viejos paradigmas de la comunicación en la lógica del “quién dice qué a quién”, es una mirada lineal, de clara influencia positivista, que no corresponde. O al menos, debiera entenderse de otra forma. Hoy es urgente re-pensar la Comunicación Social y visualizar cómo a través de ésta, se impacta en los procesos de desarrollo. Como disciplina del conocimiento, hay que entender la comunicación, en una perspectiva de “comunicación para el desarrollo”, en el sentido de buscar y propiciar que las personas, insertas en la sociedad y la comunidad, siendo ésta última el espacio de convivencia, donde transcurre la vida, se apropien de ella. Me refiero al sentido de apropiarse de los mensajes que se emiten por los distintos medios; de influir y determinar los contenidos, con claro énfasis en las temáticas comunitarias, locales, que les son de su interés. En ese contexto, es indispensable concentrarse en el enfoque de la Comunicación Pública, aquella que se debe promover desde la institucionalidad gubernamental, como principal puesta en valor de la gestión, que debe asumirse como un componente indispensable para profundizar la calidad democrática en los procesos de desarrollo. Qué tenemos hoy. Que, en la práctica, desde la perspectiva del poder, se entiende la comunicación, como una permanente entrega de contenidos noticiosos desde la autoridad, hacia la gente. Es la lógica de difundir todo lo que los gobiernos realizan, llegándose al extremo de contar cuantas notas aparecen publicadas en los diarios, para evaluar la calidad del desempeño de determinado funcionario público, adscrito a un rol directivo dentro de la institucionalidad gubernamental. Es decir, la comunicación se entiende como un activo y no como un componente transversal y más aún, intercultural, en el sentido que necesariamente debe dar cuenta de la diversidad, a partir de la realidad de las personas. Los gobiernos deben orientar su gestión pública hacia la consecución de mayores niveles de equidad social y con ello, mejorar las condiciones para el desarrollo. Por lo tanto la comunicación pública o comunicación para el desarrollo en un contexto más genérico, debe jugar un rol distinto, no ya como activo, sino que como un componente –está dicho- transversal a la gestión, desde el inicio. Es decir, desde las etapas de construcción de los diagnósticos, diseños de la política social, implementación y evaluación, rompiendo con la lógica de los tecnócratas del Estado, que siguen el mismo proceso, pero desde los escritorios institucionales. En esa mirada, no tiene sentido contar cuántas veces sale tal o cual autoridad en los medios de prensa, ello, sin desmerecer que la obra de los gobiernos deba difundirse, más aún es necesario y fundamental hacerlo; pero, la comunicación no se agota en ese cometido, ni es sólo eso. El proceso parte antes, cuando desde la institucionalidad se trabaja junto a la gente, construyendo las temáticas desde sus intereses, anhelos, propuestas, etc. En ese marco contextual se inscriben las políticas comunicacionales, como ejes articuladores de las coordinaciones de las agendas ciudadanas, institucionales y mediales. Y, como componente adicional, debe existir el necesario control ciudadano de la gestión pública. ¿Acaso no permite ello, una validación previa de la intervención gubernamental? En una mirada proyectiva, incluso, se pueden prever y evitar conflictos sociales. En definitiva, “la definición de una estrategia de desarrollo y la consecuente articulación de políticas y esfuerzos comunicacionales, requiere de la construcción de una arquitectura filosófica que establezca un marco moral, social, económico, cultural y evolutivo coherente con las necesidades presentes y futuras de los individuos y las comunidades que ellos integran”.[1] Así dicho, puede parecer demasiado teórico, pero alude al propósito promover una práctica de gestión diferente, asumida por los agentes del Estado; tiene que ver con un cambio paradigmático que rompa con la lógica mediática, de “cuanto sales en la prensa, cuando vales”, para poner el énfasis el los actores sociales. El Estado y su institucionalidad, debe ser portador de este nuevo concepto comunicativo, de modo que la intervención programática y cotidiana, evidencie el cambio y materialice un nuevo constructo, centrado en el sujeto ciudadano, como actor principal. Así, entonces, la gestión pública -y la alta gerencia pública, que debe conducirla- se valida y legitima La comunicación clásica, mediatiza, informativa, que difunde hechos noticiosos, es un elemento más, que también debe enriquecerse e incluso, reformularse desde la construcción de los formatos periodísticos. He aquí, la otra dimensión de la comunicación, porque, para que el proceso aquí descrito sea coherente, los periodistas que trabajan en los medios, deben cumplir su rol; un rol de responsabilidad social que involucra un compromiso mayor, inserto también en la línea de la Comunicación para el Desarrollo. Eso significa, recoger todas las voces, promover el debate, incorporar los temas que surgen desde las agendas ciudadanas; esas que suelen imponerse por la vía de la movilización social. Significa, superar lo que en el tecnicismo periodístico se denomina estilo informativo, para avanzar en el análisis y la interpretación. Significa, también, dejar atrás ese objetivismo extremo que marcó a la teoría periodística por años. Fundamentalmente porque “podemos ser rigurosos observadores, pero no siempre imparciales o buenos descriptores, porque estamos afectados por emociones, por prejuicios o circunstancias de tiempo o lugar”.[2] Porque la manera de conocer es intencionada y determinada por valores y conocimientos anteriores, de los cuales el periodista no se puede abstraer, por lo tanto, la objetividad, más bien, debe estar marcada por la rigurosidad en el trabajo cotidiano, al momento de recoger la realidad e interpretarla, para ponerla como información publica. En suma, el rol de los periodistas es observar la realidad, correlacionar los sucesos del entorno para ampliar las visiones; para traer a la luz, lo nebuloso y escondido. Si enmarcamos esta misión, en medio del tremendo desarrollo tecnológico y avalancha informativa, cabe, ¿qué vigencia tienen los periodistas hoy, cuando hay tanta información y por tantos medios? Pues, claro que la tiene, porque es el profesional idóneo, para organizar el flujo informativo y procesarlo; pero también, para desarrollar la disciplina comunicativa desde la perspectiva de una comunicación para el desarrollo. Lo uno no tiene sentido sin lo otro. [1] WEIBEL, Mauricio. Comunicación Pública: Nuevos Desafíos y Paradigmas Para la Democracia. Instituto Para la Comunicación e Imagen, Universidad de Chile. [2] VERA, Héctor. Desafíos Democráticos del Periodismo Chileno. 1998.-


Anyelina Rojas Valdés
Periodista
anyerojas@gmail.com

En el mundo de hoy, la mayoría de los países son culturalmente diversos, es decir, cohabitados por grupos culturales distintos que interactúan y se influyen mutuamente. Pero, vale tener en cuenta, que la diversidad, la diferencia y el reconocimiento o no reconocimiento del otro, no sólo está dado por un factor étnico. También la diversidad se da en la diferencia más básica –y quizás la más dura-, que tiene que ver con distintos tipos de exclusión hacia ese otro que es segregado, a partir de una serie de prejuicios que nacen por su condición, rol y estatus que ocupa en la institucionalidad social.


De todos modos, el multiculturalismo, entendido como la coexistencia de distintos grupos que comparten un espacio y tiempo determinados, no es un fenómeno de la modernidad. O sólo ella; es casi inherente a la historia de la humanidad, puesto que la mezcla entre grupos humanos ha sido una constante, pero por razones diversas.
Hoy, un mundo globalizado, que se intercomunica; en que impera un mercado a escala única, impone una sociedad distinta y facilita los intercambios. Pero, ese modelo globalizante y neoliberal desde el punto de vista económico, genera brechas sociales que producen o reproducen, sectores vulnerables y excluidos. Fundamentalmente asociado a la falta de acceso. Otros actores excluidos, corresponde a los grupos emergentes, que evolucionan en una dinámica propia y que por intolerancia, no son aceptados y más bien se les invisibiliza, como es el caso de los homosexuales o colectivos de lesbianas que deben vivir en una constante y creciente opresión. O jóvenes cultores de expresiones que desde el “sí mismo” nos parecen lejanas o decididamente, manifestaciones equívocas.
Si tomamos otro giro en el análisis, tenemos que la democracia, como modelo de gobierno, es el que impera en las sociedades actuales, -principalmente sociedad occidental- a partir de la concepción del Estado-Nación, como concepto de gobernabilidad. Y más aún, de identidad, que alcanza su máxima expresión en la concepción del Estado de Bienestar o Benefactor que surge desde la influencia de los modelos socialdemócratas europeos, como alternativa de construcción democrática.

Para algunos autores el Estado Nación está en crisis, y fundamentalmente porque en plena globalización, los países, eventualmente soberanos, deben someter sus propias políticas económicas, monetarias, laborales y sociales, a las exigencias de los grandes bloques políticos-económicos.
Es en ese escenario, en el que se construyen las democracias post modernas. En que los países alcanzan los beneficios de la globalización, pero también su lastre al incorporar un modelo reproductor de la exclusión social, por razones económicas, o por el sólo hecho de ser diferente. Entonces, el desafío país, de construir democracia, incorporando la participación y la interculturalidad, constituye un verdadero reto.
Veamos pues, qué ha sucedido en Chile en las últimas décadas.
En innegable que el gobierno de la Unidad Popular, liderado por Salvador Allende Gossen, provocó un cambio revolucionario en las relaciones sociales y en la integración de los sectores más empobrecidos. Sin embargo, ese proceso, que fue observado por el resto del mundo –no era usual contar con un modelo socialista, producto de la voluntad popular- sufrió una profunda crisis política, cuyas causas no es el caso analizar ahora.
La dictadura militar liderada por el Capitán General, Augusto Pinochet Ugarte, hoy difunto, detuvo ese proceso social. Durante los 17 años de dictadura, se atomizó más aún la situación política y se tendió a homogenizar la cultura nacional, de modo que todo atisbo de interculturalidad, fue mermado desde la formalidad del gobierno y desde las relaciones cotidianas. Por ejemplo, en la zona norte, en lo que respecta a la cultura aymara, no se permitió que en las escuelas ubicadas en la pre cordillera y el altiplano, donde habitan estas comunidades, se desplegara el proceso educativo utilizando el propio dialecto. Muy por el contrario, con el militarismo en ciernes, se dio inicio a un fuerte proceso de chilenización, casi tan fuerte como aquel que se desató cuando este territorio fuera incorporado al resto del país, tras la Guerra del Pacífico.
Con la recuperación de la democracia, que tuvo como contexto un nuevo orden mundial, Chile inició un proceso de recomposición de la institucionalidad. Las primeras tareas de las debutantes autoridades democráticas, encabezadas por Patricio Aylwin, como primer mandatario, fueron recomponer el tejido democrático, reinsertar al país en el concierto internacional y reducir los fuertes niveles de pobreza. A medida que se avanzó en ello, se fue dando cabida a otros procesos más profundos e innovadores, como es el reconocimiento a diversidad. Prueba de ello es que se empieza a hablar de los grupos emergentes o vulnerables y se crean políticas públicas para su integración. Por ejemplo surgen servicios especializados como Fosis, Fonadis, Sernam, Senama, etc.
Pero esta construcción social y política de integración del otro, se da aparejada de otro proceso, que es la participación. Es decir, no es posible incluir la “otredad” si es que no existen los canales de participación, desde el momento del diagnóstico, hasta pasar por el diseño e implementación de las políticas públicas.
Esta nueva configuración, levanta un nuevo discurso, que corresponde a la construcción de una ciudadanía participativa. De algún modo, se transita desde la clásica visión de las personas, entendidas como “súbditos del Estado”, a las personas que alcanzan en plenitud la ciudadanía.
Desde lo político administrativo, se inició en Chile, en la década de los noventa, un proceso de modernización y descentralización del Estado, que crea instituciones como los Gobiernos Regionales, orientados para que tomen las decisiones estratégicas en cada región del país y definan su presupuesto, en función de las prioridades regionales. Sin embargo este proceso es aún incompleto, puesto que los Consejeros Regionales, aún son elegidos por la vía indirecta, mientras que quien preside esa institucionalidad, es el o la intendenta, autoridad mandatada desde la Presidencia de la República.
Si seguimos afinando el análisis y escudriñamos en la noción de participación, como elemento central de la democracia y desde un enfoque intercultural, estos procesos, deben, necesariamente gestarse desde el espacio local, que es el espacio más cercano a las personas, en su vida cotidiana. Es decir, no basta con que se apliquen políticas descentralizadoras y se traspasen los recursos en forma creciente, desde el poder central, al poder regional. Lo que debe producirse es un proceso de construcción de las políticas públicas desde la base local, incorporando a las personas, con todas sus diversidades; y a sus organizaciones, también con todas sus diversidades e inspiraciones.
En el mundo post moderno, se impone este criterio, tendiente a construir ciudadanía desde la diversidad; una ciudadanía transversalmente inclusiva, que reconozca en pleno la diferencia, de modo de avanzar en los procesos institucionales con crecientes grados de validación. Es imposible, si eso no ocurre, pensar que la democracia que hoy tenemos, y que nos constó 17 años recuperar, realmente es tal.

Sunday, April 22, 2007

Lloremos también las muertes de Irak


22/Abril/2007.-
En estos días todo el mundo se ha conmovido con la Masacre de Virginia Tech, la Universidad Norteamérica, donde murieron 32 personas, la mayoría jóvenes universitarios de los primeros ciclos de la educación superior. Y también algunos profesores. Incluso, se cuenta de uno de ellos, que trabó la puerta de entrada al aula con su propio cuerpo, para que sus discípulos alcanzaran a escapar por las ventanas y quedar fuera del alcance de las balas. Eso le costó la vida el heroico maestro.

El autor, Cho Seung-Hui, un joven de origen oriental, con un historial de complejidades psiquiátricas. Este componente, asociado a su resentimiento étnico, desató la tragedia… la masacre como se le bautizó en los medios de comunicación.

En lo personal, sin duda, también lamento esta tremenda tragedia. Y me pongo en el lugar de los padres que jamás podrán ver a sus hijos… hijos que jamás podrán cumplir sus sueños.

Pero, sin duda, hay otro hecho, ocurrido con diferencia de escasas horas, que también provoca la reacción de impotencia, rechazo, cuestionamiento…. En fin.. un profundo dolor. Me refiero al atentado con bombas ocurrido en Irak el mismo día fatídico de la Masacre de Virginia Tech. El atentado en Irak dejó más de 140 muertos y unos doscientos heridos.

No es que valide más este hecho por el número de muertos, pero sí me parece que comunicacionalmente, hay un manejo intencionado de la situación. Digo esto porque todo el mundo habla de Virginia Tech y solidariza con estados Unidos y su gente. Pero ¿Qué pasa con las 140 muertes de Irak? Y las miles que se han acumulado durante la invasión norteamericana?
Por favor, no perdamos las proporciones. Ni la capacidad de análisis crítico de nuestro entorno.
Lo que ocurre en Irak, no es la consecuencia del acto de una persona y de responsabilidad individual. Es por la definición de la política exterior de estados unidos, que, en virtud de no sabemos que derechos supra, decidió atacar Irak.

Entonces, si analizamos la situación en paralelo, tenemos que el hecho de Virginia Tech responde a la conducta individual de un joven. Por cierto, conducta desadaptada por una serie de procesos individuales y sociales. Si bien, Cho Seung-Hui, nos parece ajeno, no es más que el síntoma de una sociedad mundial enferma. Que reproduce la distorsión de los valores. Eso en el análisis de fondo, porque en estricto rigor jurídico, la responsabilidad es personal.

Pero, en el otro lado, la situación de Irak, tenemos conflictos históricas de una nación con las más altas reservas de crudo… sí… el petróleo. Donde el intervensionismo Norteamérica sobrepasa ya, todo nivel de entendimiento.

Entonces, no nos quedemos con el dolor, con el legítimo dolor de loe 32 jóvenes de Virginia Tech. Pensemos también en la Invasión a Irak por parte de la que se dice mayor potencia del mundo, salvaguardadota de la Paz y que no le importa invadir un país, pese a la negativa de las naciones unidas, en su momento. Y no se hace problemas en mantener una sangrienta guerra, donde además, los soldados guerreros, pertenecen en su mayoría a los norteamericanos de origen latinoamericano y otras minorías raciales.

Por lo demás, el último informe de la Cruz Roja Internacional, difundido en las últimas semanas, indica que la situación de la población civil está empeorando en Bagdad, la capital iraquí y que los hospitales no dan abasto para atender a los miles de heridos, muchos de ellos, niños mutilados.

Monday, May 08, 2006

JULIO CAMARA: Un político que se incubó marcado por el movimiento de los obreros del salitre


Era 1958 y el pequeño Julio, apenas se empinaba por los 9 años. Sin embargo, en su mente infantil, ya se acunaban los ideales de justicia social y su pasión por la cultura. Era que no, pues su vida en la ex oficina Salitrera de Humberstone, si bien le proporcionaba felicidad, le hacía protagonista de las grandes diferencias sociales que se producían en las salitreras. Su padre, un esforzado obrero del salitre, debía sortear toda suerte de escollos para alimentar a su familia, compuesta por su esposa y nueve hijos. Julio era el séptimo. Por eso, un día de aquel año, convulsionado por las luchas sociales, Cámara, el padre, le dijo no a su retoño cuando éste quiso acompañarlo en una marcha de obreros, que salió de Humberstone rumbo a la ciudad. Los ojos negros y vivaces del pequeño, miraron cómo esos hombres rudos de la pampa, se alejaban… se alejaban. Y miró hasta que la última imagen se desdibujó en su retina. Entonces volteó la mirada y siguió jugando con sus amiguitos. Al fin y al cabo, Julio era un niño. Sin embargo mientras retomaba la entretención, no dejaba de pensar y de sentir dos sentimientos contrapuestos: la sensación de pena, porque desde su infancia percibía que algo importante se estaba perdiendo; pero también alegría, porque su padre era un dirigente que estaba allí, donde él pensaba –a sus cortos años-, debía estar.

Anyelina Rojas Valdés
anrojas@terra.cl
(Entrevista publicada por la autora en Semanario Iquique Express 07/05/06)

Julio Cámara Cortés, 57 años, ingeniero en ejecución en Administración y Magíster en el área de recursos humanos, hoy consejero regional, CORE y en lo coyuntural, candidato a la presidencia regional del PPD, tuvo que esperar muchos años de su vida para cumplir su meta: ser un hombre con estudios y desde esa plataforma, contribuir en los procesos sociales. Principalmente estaba influenciado por lo que era su vida en la pampa. Y paradójicamente lo que vivió en carne propia, después lo aprendió como estudioso y como político. “Cuando crecí supe que esos movimientos sociales que se forjaron en las salitreras, fueron la cuna del movimiento sindical chileno”, recuerda hoy. Así, sin saberlo ni proponérselo, desde niño estuvo en la primera línea, viendo cómo se construía la historia.
Por lo demás, su padre era un dirigente sindical y las conversaciones sobre el tema, siempre estaban presentes en el hogar. A ello se sumaba la pasión por la lectura de su madre y sus hermanas mayores, quienes le heredaron esa pasión que mantiene hasta hoy. Cámara es un ávido lector. “Siempre mantengo en mi recuerdo a mi primera profesora, Fresia Araya, que fue la que me enseñó a leer, allá, en la escuela de Humberstone”, recuerda hoy con una inevitable emoción.

Hasta quinto básico estuvo en Humberstone. Vino la consabida crisis de la industria del salitre, por lo que su familia debió trasladarse a Iquique. Y su padre pasó de ser obrero pampino a un obrero en la industria pesquera, por lo tanto, si bien la vida en la ciudad habría otras posibilidades, la subsistencia se hacía cada vez más complicada para la familia Cámara.
Entonces, Julio en sus años de adolescencia debió abandonar el estudio para comenzar a trabajar y aportar al sustento del hogar. Responsable, metódico y estructura como es hasta el día de hoy, según sus más cercanos, al terminar el mes, el joven le pasaba el sobre cerrado a su madre, quien disponía de su sueldo y le daba para sus gastos.
Paralelamente desarrollaba una intensa vida vinculada a los centros juveniles. Conformó uno de estos grupos en la Población Caupolicán y llegaron a tener semanalmente un programa cultural en la ya desaparecida Radio El Salitre. Julio colaboraba con la locución, pero por cierto, su principal aporte estaba a la hora de hacer los libretos y preparar los mensajes orientados al público juvenil, todos con contenido social y cultural.

En la adolescencia se había leído toda la literatura de la época. Baldomero Lillo, Vargas Llosa, Julio Cortázar y un ya consagrado García Márquez, que eras algunos sus autores preferidos.

-Eras un joven, en edad de estudiar, sin embargo tuviste que ingresar tempranamente al mundo del trabajo, ¿cómo asumes esto?
-Lo asumía sin ningún drama, como algo natural. Ahora si me preguntas qué me ayudaba a asumir estos, creo que es algo que algunos tienen y otros no; esto de sentir responsable. Tenía un alto sentido de la responsabilidad y esa es una característica que mantengo hasta hoy, porque si uno se compromete con algo, tiene que cumplir.

-Julio, pero siendo adolescente, te pregunto, responsable de qué…
-Me sentía responsable de tener que contribuir con mi aporte económico al sustento de la familia, así de claro, sin ningún drama. Pensaba sí, que iba a llegar un momento –que se dio muchos años después- que iba a poder estudiar.

-¿Tan responsable que le dabas todos el sueldo a tu madre?
-Sé que eso quizás hoy en día, era impensable, pero en mi caso efectivamente fue así. Y me parecía lo más natural. Incluso mi mamá me daba para la locomoción, para ir al cine… Piensa además, que era una época de mucha lucha social. Los jóvenes éramos muy idealistas. Teníamos mucha influencia de la revolución cubana. Después en Chile, la llegada de Frei con su Revolución en Libertad, generó también muchas expectativas… Creo que en esos años la juventud era muy diferente…

-Diferente, ¿cuán diferente?
-Era una juventud de mucha conciencia política. A nosotros nos preocupaba y sentíamos inquietudes sobre lo que ocurría en nuestra población, seguíamos las elecciones de las juntas de vecinos. Y por cierto, también nos interesaba lo que ocurría en el país.

-Desde una visión de izquierda, ¿cómo observabas esa Revolución en Libertad de Frei?
-Era una mirada entre crítica y de expectativas que las cosas podían ser realmente mejores. Recuerda que con Frei igual se gatilla todo un proceso en el país. A fines del 68-69, la DC sufre un quiebre y surge el Mapu. Yo miraba este nuevo partido con mucha simpatía, porque era un movimiento formado principalmente por gente joven. Además, esa era una de las reticencias que tenía para militar en el PC o el PS porque observaba que estos partidos eran de una tradición muy fuerte, donde la gente joven tenía poco que aportar. Estos partidos tenían estructuras muy jerárquicas… entonces no había cómo aportar.

-A los 18 años, con responsabilidad laboral, con inquietudes intelectuales… ¿qué pasa con el carrete y con pasarlo bien?
-Nunca fui amigo del carrete, pero igual la pasábamos bien, porque te insisto, la juventud tenía una fuerte motivación social y política. Yo tuve amigos, bromeábamos, los fines de semana era de playas, pero no fui de esos que se iban de parranda, que salían a bailar. Además, eso, si bien no iba con mi personalidad, también significaba un costo económico adicional…

Sus años en Arica

A fines del año 69, fallece el padre de Julio Cámara. Después de vivir el dolor, sintió que era hora de buscar nuevos rumbos. En aquella época en Iquique se hablaba de la bonanza en que vivía Arica. A él le llamaba la atención del boom de las empresas automotrices y electrónicas. “Estaban apareciendo los productos electrónicos, las radios, los televisores… era todo un boom, entonces pensé que en Arica tendría mejores perspectivas laborales y quizás podría retomar mis estudios inconclusos”


A los cuatro días de llegar a Arica, Julio Cámara, de 21 años, encuentra trabajo. Su perfil de joven trabajador responsable, le hace asegura un buen desempeño como trabajador, pero también aparece su liderazgo natural en el tema social. Así. Entonces, logró ser electo en el sindicato de su empresa y luego, compitió en las elecciones de la CUT, de la cual también fue dirigente. Llega a la CUT integra la Comisión de Cultura –porque lo cultura seguía siendo su pasión- y desde esa plataforma trabajó para que en las industrias se crearan salas de lecturas para obreros y empleados.

-¿En esta época defines tu militancia política?
-Exactamente. Me incliné por el MAPU. La dirección la había asumido Rodrigo Ambrosio, joven dirigente que imprimía un sello nuevo en la política. Era una época en que se discutía si el Mapu era cristiano o marxista –recuerda que el Mapu sale de la Democracia Cristiana- y Rodrigo Ambrosio define el tema diciendo que era un partido sensible en asumir la metodología y los métodos de análisis desde el punto de vista del Marxismo, pero que eso no significaba que los cristiano no tuviera cabida… Bueno, también surgió la izquierda cristiana y otros optaron por esto.

Todo iba bien. Tenía un mejor trabajo. Definió su militancia. Lideró actividades culturales… en fin… Así lo sorprendió el 11 de Septiembre de 1973. El mismo día fue detenido y pasado a la cárcel de Arica, donde compartió con otros doscientos presos políticos –los subversivos, para el nuevo mando del país- por largos tres años. Otro hecho paradojal, dadas las circunstancias, el penal llegó a ser el sitio donde se sentía más seguro, porque cuando algunos de los detenidos salía para ser interrogado, nadie tenía la certeza si volvía o en qué condiciones. Pero nuevamente trató de quebrarle la mano al destino y la falta de libertad no lo inmovilizó; este nuevo escenario fue propicio para el diálogo y el aprendizaje, desde los más variados como ajedrez, talleres de idioma, artesanía y por su puesto la lectura.

-¿Cómo fueron esos años de cautiverio político?
-El mismo día 11 pasé a la cárcel de Arica. Obviamente eso me marcó hasta el día de hoy. Ahí entendí que cuando uno asume responsabilidades, compromisos, éstos también pueden tener costos… y costos enormes como mucha gente que perdió la vida. Estar en política, es una opción de vida que hay que tomársela con seriedad, con mucha seriedad.

-A lo menos, la opinión pública percibe lo contrario…
-Así es en general. En mi caso, creo que el aporte que puedo hacer yo, en mi entorno, es incentivar para que las cosas se hagan bien. En ese sentido soy contrario a la política farandulera, que se sostiene sustenta sólo en los aspectos mediáticos. Soy contrario a la política que se hace con la calculadora en la mano.

-Sin embargo, en este momento eres candidato y me imagino que también sacas cuentas con calculadora en mano.
-En el contexto en el que vive un partido en el tema de las elecciones, es necesario hacer una proyección en términos, en este caso, de las posibilidades reales que tengo para acceder a la presencia. Y fue esa proyección la que me incentivo a participar, más el apoyo, sugerencia y compromiso de mucha gente que me incentivó a presentar esta candidatura. Mira… puede parecer un rasgo de jactancia, pero creo que puedo hacer un aporte en la dirección regional del partido. Y hay gente que aprecia y que reconoce el aporte que hago en el ámbito político.

-Considerando todo lo que pasaste… los años de cárcel, la persecución política, costo familiar, etc. ¿qué es lo que te hace seguir en política?-
-Es como te dije antes, una opción de vida. Creo que como le ocurre a mucha otra gente que está en mi situación, esto de vincularse en la política, es algo que ya no se puede dejar. Y eso independiente de ser dirigente o estar militando, o que se tenga o no un cargo. Es una actitud como ciudadano frente a los temas de la sociedad, y en los cuales a lo menos uno puede tener una opinión. Te digo, una de las definiciones que me gusta de la política, es que política es preocuparse y ocuparse de los asuntos públicos, o sea de los temas que nos tocan. Eso tiene que ver con nuestras condiciones de vida, con nuestras expectativas, con nuestro desarrollo como personas, en fin, se trata de cómo una percibe que se van creando creen las condiciones para que haya un progreso en la sociedad y no sólo desarrollo económico. Creo que el quehacer político, por esencia, es social y colectivo. Por lo tanto, tener una postura política es totalmente contrario al individualismo.

-¿Cómo se entiende eso?
-Es que cuando una persona asume el compromiso de incorporarse a un partido, es porque quiere salir de su entorno más inmediato, más personal, más individualista y quiere también hacerse cargo de un entorno en un contexto social más amplio y cómo puede participar y entregar un aporte…

-A la luz de lo que ocurre en política hoy eso suena muy idealista…
-El tema del idealismo no tiene porqué ser malo. En un contexto hoy día, en que la política se ha transformado en una actividad muy pragmática y de mucho cálculo, pensar en que estas cosas pueden ser, es como un aliciente para pensar que todo puede ser mejor.


Sin odios ni rencores

Julio Cámara realiza hoy una importante labor en el Consejo Regional, principalmente a través de la Comisión de Arte y Cultura. Y dice que se siente muy cómodo en ese escenario, sin rencores por lo que le tocó vivir. Hay que considerar que además de su detención en Arica, partió a Santiago donde fue secuestrado y detenido nuevamente, por realizar actividades sindicales. Fueron unos pocos días, pero sufrió castigos físicos… o derechamente torturas que le hicieron pensar que de esa no salía. Sólo lo alentaba el convencimiento que su lucha era una causa justa…. Y la inmensa pena de pensar que sus dos pequeños hijos podrían quedarse sin padre.

-Después de toda esa historia tuya, ¿de verdad que no hay resentimiento ni odiosidades?
-No. Lo que sí hubo después que salí de la cárcel de Arica, fue un deseo muy grande de seguir colaborando y aportando para recuperar que las cosas que estaban sucediendo fueran denunciadas y que se hicieran acciones que tendieran a la justicia. Para muchos hoy esto todavía no es una realidad, por eso solidarizo con las organizaciones de derechos humanos, en el sentido que soy partidario que se siga investigando y se siga haciendo justicia.

-Hoy como Consejero Regional, la política te ha llevado a otro escenario. En el CORE debes trabajar, llegar a acuerdos y confiar en personas de un sector que antes no te merecían confianza…
-La realidad que se vive en el CORE, es una realidad que en Chile se viene dando desde los años 90 en adelante. De hecho soy parte de una coalición de gobierno en que hemos trabajado codo a codo desde el plebiscito a la fecha, con la Democracia Cristiana, que fue un partido contrario a Salvador Allende. Creo que todo esto es parte de las lecciones que todos tenemos que asumir y así, lo que se da en el CORE, se da en los municipios, en la Cámara de Diputados, en el Senado. Hay que asumir este escenario, donde uno entiende que tiene que hacer una gestión donde la derecha también tiene una fuerte presencia.

-Eso en lo general, ¿pero si lo llevas al plano personal?
-Mi experiencia en el CORE ha sido muy buena y he notado en gente de la derecha, no en general, pero en algunas que hay una disposición, un deseo verdadero de hacer un trabajo serio y riguroso. Percibo que –obviamente cada uno con sus matices- que en general todos están dispuestos a trabajar por la región. Además, me parece que la derecha asume que tiene una responsabilidad política ante la comunidad, por lo tanto también tienen que responder por eso. Y no van a tener una postura de posición cerrada –a pesar que Longueira llamó a tener una oposición más dura- pero lo que observo en el CORE es una disposición a trabajar. Lo que rescato es que este es un espacio donde uno se encuentra con gente con la que no comparte aspectos partidarios ideológicos y el desafío es cómo se llega a entendimientos que favorezcan a toda la comunidad.


Wednesday, April 26, 2006

MARTIN HOPENHAYN: "Hay que aprender a vivir en un mundo contradictorio"




Filósofo, ensayista, investigador: La sencillez de un intelectual de primera línea en América Latina, que estuvo en Iquique y le habló a los universitarios iquiqueños, que sólo lo conocían como referente bibliográfico

“No me creo el cuento”, dijo espontáneo mientras esbozaba una sonrisa y le brillaba más la expresión de su mirada clara. Quizás un poco turbado e incómodo, Martín Hopenhayne reconoce que es un intelectual importante en toda la América Latina, que su producción es fructífera, que sus obras son referentes obligados en la academia, pero de allí, a sentirse realmente que está entre los mejores intelectuales…se produce una gran brecha. El, Martín, es lo que es. Sabe lo que sabe… y lo que no ¡no, simplemente! Por eso, no tiene ni soberbia intelectual, ni temor al ridículo cuando enfrenta un tema y se dibuja una tremenda interrogación en su rostro.

Anyelina Rojas Valdés
anrojas@terra.cl

(Entrevista publicada por la autora en el Semanario Iquique Express. 24-04-2006)

Los alumnos del área de las Ciencias Sociales de la UNAP, sin duda, han tenido como referente obligado a Martín Hopenhayn, no por nada este filósofo argentino-chileno, que nació en Nueva York hace 56 años y que proveniente de una familia de ascendencia polaca, es una de las mentes brillante en América Latina. Su obra es prolífera, desde innumerables libros de investigación y otros de ensayos y pasando por la poesía, hasta sus publicaciones continuas en revistas especializadas. Como investigador de la CEPAL –Centro de Estudios para América Latina- ha debido trasladar su objeto de estudio a esta zona del continente, aunque, en verdad, nunca se lo propuso. Ni siquiera, tuvo en ciernes un sentimiento latinoamericanista fuerte. Pero sin duda, ello, lo ha conectado con otros investigadores, de la talla, por ejemplo, de Néstor García Canclini.

Hopenhayn, el autor, se hizo realidad en Iquique. Primero, dictando una clase magistral en la inauguración del año académico de la Unap, -acto formal, por cierto-, pero luego participó en un par de talleres, donde dialogó cara a cara con los alumnos. En vivo y en directo hizo la presentación de su último libro “América Latina desigual y descentrada”. Hubo un contacto interesante, cuestionador, penetrante, profundo en la forma y en el fondo Incluso, uno de los jóvenes, reparó en un aspecto metodológico de la obra del maestro. Porque cuando Hopenhayn habla desde desigualdades, lo hace a partir de lo cuantitativo, de los datos estadísticos; pero, al hablar de la América Latina descentrada, recurre a lo cualitativo, a las conjeturas, de base científica, por cierto. “Efectivamente es así”, le responde, al alumno y explica los pormenores metodológicos de su trabajo, con la misma fluidez y entusiasmo discursivo.

Descubriendo al sujeto

Pero en rigor, ¿cómo se hace, cómo se construye un intelectual de este perfil? Es el tema que tratamos de indagar.
-Yo tenía 15 años cuando fue elegido Allende en Chile. Y lo que me pasó es que –quizás precozmente- alcancé a arañar, a atisbar, esta especie de mito de revolución y de gran cambio. Eso fue lo que más me sedujo. Es decir, en la vida personal… mía, vino esta especie de expectativa, de darle gran sentido a mi existencia, a partir de embarcarme en un proyecto colectivo, fundirme con un sueño. Desde allí empecé a plantearme la necesidad de adquirir conocimientos, necesarios en una dirección. En esa dirección de cambio social.

-Antes de ese estallido, tus inquietudes ¿en qué sentido iban?
-Eran las de un típico lolo adolescente. Mis inquietudes eran la música, las fiestas el pololeo. Pero quizás, una cierta sensibilidad por la literatura. Siempre leía y me interesaba los libros, pero sin duda que el cambio viene por lo que te contaba. En realidad son dos grandes marcas, una, como decía, por la gran política, casi de lo que yo llamaba ´la épica del cambio social´. Pero junto con ello, estaba la ‘lírica del cambio personal’ que, en mi caso, tiene que ver con los cambios subjetivos… con el hippismo. Diría, entonces, que las dos cosas que definieron mi orientación vocacional, fue por un lado la revolución política y por otro lado la Revolución de las Flores. O dicho de otro modo, por un lado Allende y por otro lado Bustock. Entonces, está el cambio colectivo, en el cual yo me inscribía, porque a los 15, 16 años, uno tiene pretensiones de ser actor… un gran actor y lo otros, esto de ser medio hippie. Pensaba en esa época que estudiar filosofía, sería una forma de ponerme en una posición más protagónica de este cambio.

Mientras este estallido adolescente ocurría en Martín, su familia observaba sus inquietudes con mucho respeto. De hecho, su padre valoró que su joven hijo estuviera motivado por contribuir a los cambios sociales. Claro está que el progenitor tenía una clara inclinación política de izquierda, que permeó la educación de Hopenhayn. “En mi familia ser de izquierda o medio hippie no era como algo mal visto”, recuerda

-Acá hay una especie de juego en dos planos, lo colectivo y lo personal…
-Sin duda, yo vivía este juego… muy profundo, de transformación personal y de cambio social… Así, en 1973, entré al Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile a estudiar Filosofía…

-…Y a los meses sobrevino el golpe militar…
-La Universidad de Chile era, casi, el mejor lugar para estar en esos momentos. Pero duró poco, porque vino el golpe. Por supuesto que esto fue muy marcador. En mi caso inició –no forzado, sino elegido- cierta diáspora, porque estuve en Argentina, después me fui a Francia, donde finalmente me gradué y obtuve una Maestría en Filosofía…

En ese peregrinar, Hopenhayn siguió tratando de construirse. A estas alturas, tenía claro que la producción de conocimientos, ya sea escribiendo, enseñando o investigando, debían tener un sentido.

-Fundamentalmente –dice-, el sentido era desarrollar una capacidad crítica frente a la sociedad, pero que esa capacidad crítica fuera movilizadota, que tuviera un sentido de cambio social. En una época tuvo un nombre: revolución. Después dejó de tener ese nombre, pero se puede llamar humanizar la sociedad, promover la igualdad, apoyar el multiculturalismo y la diversidad. Ese creo que fue una obsesión que me marcó mucho en mi productividad posterior.

-Pero hubo otra obsesión…
-La obsesión más hippie, diría. O sea, recrearme como sujeto. Básicamente el escribir, el investigar y el conocer, no sólo tenía que ver con la sociedad, la crítica a lo instituido, sino que también la lectura, la investigación me podría transformarme a mi mismo; pudiera expandir mi sensibilidad y llevarme a un estado de conciencia más ampliado. Incluso, cómo a través de eso, pudiera trabajar yo, mis propios rollos. Es decir una dimensión más psicológica que sociológica…

Sin embargo, hay un tercer elemento gatillador en Hopenhayn, que es la pasión por la escritura misma. Es decir, escribir por el sólo gusto de hacerlo. Incluso, durante muchos años, se dedicó a escribir poesía.

-El encuentro con el sujeto… ese proceso interno ¿cómo se fue desarrollando y qué impacto tuvo?
- El momento en que encontré un referente intelectual que me ayudo en eso, fue cuando me encontré con Nietzsche. Entonces… si Marx fue mi primer gran encuentro en todo el mito del cambio social, Nietzsche fue el encuentro para el cambio personal. La lectura de Niezsche me alentaba mucho de yo romper con mis propias barreras, con mis propios muros interiores. Me invitaba a expandirme.

1980, el regreso

En 1980 sucumbe a otra obsesión. Sólo quería volver a Chile. “Estaba loco por volver”, dice hoy cuando recuerda su estado emocional. Sin embargo los ochenta eran una “mala época” para reinsertarse.
Así y todo logra insertarse en el mundo académico lentamente. Primero en la Universidad Diego Portales “que era como un cobijo para los profesores, y algo en la U. de Chile también”.

Pero sin duda esos años convulsionados lo llevaron a trabajar en las Organizaciones No gubernamentales, que por esos años de lucha contra la dictadura, eran potente en promover el espíritu crítico, la investigación y además, canalizaban la ayuda internacional. El nexo a la CEPAL, fue casi lógico.

-Venías de regreso con la mirada puesta en Chile, pero terminas en la CEPAL, que concentra la mirada en Latinoamérica.
-Ahí me hice más latinoamericanista –obligado por la pega, dice sonriendo- y sin proponérmelo. Mi trabajo me llevó forzosamente a tener siempre, como objeto de investigación a América Latina. Antes, no era yo una persona con especial vocación latinoamericanista, ni experto en el tema, pero la CEPAL me llevó a eso.

-Sin embargo tu último libro y casi toda tu producción está centrada en América Latina…
-Diría que la parte más sociológica de mi obra, está volcada a América Latina, pero la parte más filosófica… no necesariamente. Tengo libros sobre Kafka, Niezsche, Sadem…

-Pero lo que ha tenido más impacto, es la obra de corte sociológico.
-Sí, la parte sociológica y latinoamericanista es la que ha tenido un gran impacto…

-Toda esa tremenda trayectoria, te ubica entre los intelectuales más importantes de Latinoamérica. ¿cómo se convive con eso?-
-Uff… No me la creo… O sea, como que no creo que sea así.

-Pero si te extrapolas y logras verte como el intelectual que eres…
-Eso me sorprende. Encuentro que la gente tiene una imagen de mí, muy por encima de lo que soy en realidad. Es que no me termino de creer esto, de que soy como un gran intelectual latinoamericano…

-Entonces, ¿Cómo te percibes?, ¿cómo te defines?
-Más modestamente… En este campo –más allá de las cosas personales- me definiría como ensayista. Y ensayista en dos sentidos, primero porque no siento que sea tan rigurosos en término de cientista social. Es decir, no me manejo con una investigación demasiado empírica y uso mucho las conjeturas… imagino… a veces pongo la intuición ahí… Por eso, siento que estoy en-sa-yan-do. Pero también es ensayo en el sentido de género literario. Yo me veo como escritor y si me preguntas qué genero usas… bueno, uso el ensayo.

Se acabaron las certezas

-Haciendo un alto en el día a día… ¿qué te propones para el futuro?
-Si es por soñar, me gustaría escribir un libro que pudiera sintetizar todas estas cosas que andan dispersas y consolidarlas en una propuesta clara, integrada, más allá de ideas fragmentarias o de propuestas parciales. ¡Si es por soñar… claro que me gustaría una propuesta de desarrollo alternativa para América Latina! En un plato menos megalómano, menos pretencioso, lo que me gustaría es seguir ejerciendo la escritura y el gusto por escribir… lo que me gustaría es seguir siendo ensayista, desde mi trabajo en la CEPAL, porque lo que me pasa es que me escindo un poco. Es cierto que mis libros de América Latina son los que más se leen, pero no son libros ‘cepalinos’ tampoco. O sea, tengo que hacer un esfuerzote traducción del trabajo que hago en la CEPAL, a mi escritura. Entonces esto en algún modo, se traduce en una doble jornada. Y eso me cansa un poco.

-Me llama la atención que siempre recurres a lo dicotómico, a los contrapuntos o a la polaridad para expresarte… ¿cómo es eso de ver la vida en dos polos?
-Es que yo soy dicotómico. En realidad no sé si es que la realidad es dicotómica y yo estoy reconociendo esas dicotomías de la realidad o es que yo, efectivamente soy dicotómico y proyecto eso sobre la realidad. Tiendo a pensar en lo primero, que la realidad es la dicotómica, pues cuando hago todos estos planteos, la gente los reconoce, como diciendo, es cierto, en gran medida sí. Si fuera sólo una proyección mía, no tendría interlocutores.

-¿Será que este es un mundo donde las certezas se acabaron?
-Claro, este es un mundo tremendamente dicotómico, no lineal, paradojal. Creo que ¡hay que tener una forma de pensar paradojal para conectarse con ese mundo!

-Somos sujetos plantados en este mundo así descrito, ¿Cómo hacer para sobrellevarlo?
-Creo que hay que conciliar de alguna manera, la aspiración a decidir la propia vida, más allá de las presiones… del medio, de la televisión… el consumo… Es decir hay que tratar de mantener un cierto nivel de autonomía y pensamiento crítico, pero al mismo tiempo, pienso que no hay ser catastrofista. El catastrofismo lo único que hace es reproducir el estado de cosas dominantes; es funcional a eso.

-Cuando no tienes respuesta a determinados temas, responden simplemente que no sabes. ¿no te complica eso?
-¿De quedar como ignorante? ¡No.! Cuando no sé algo, simplemente ¡no sé! Quizás sea que no me juego mi autoestima en una imagen de sabio, de experto.

Wednesday, April 19, 2006

ENTREVISTA A ADMINISTRADOS DIOCESIS IQUIQUE


Un intento por descubrir a la persona, tras el hábito sacerdotal

MARCO ORDENES FERNANDEZ:

"LOS SACERDOTES TAMBIÉN PASAMOS
LA CRISIS DE LOS 30, DE LOS 40..."

Administrador Diocesano, asesor de los Bailes Religiosos, Rector de
La Tirana, docente universitario y obstetra de profesión



Sin duda que en estos días de Semana Santa, Marco Ordenes Fernández –el padre Marcos, en las comunidades cristianas- o Monseñor, para quienes se relacionan protocolarmente con él y reconocen su investidura, es requerido para entregar un mensaje cristiano, alusivo a la a los acontecimientos religiosos que se celebran. Nosotros quisimos aproximarnos a él, desde otra mirada. Conocer aspectos de su vida y develar de algún modo, al hombre que habita dentro del personaje. Personaje, sí, porque, quiéralo o no, al ostentar su cargo, como representante de El Vaticano, mientras se define el nombre del futuro Obispo de Iquique, se transforma en una figura pública de primera línea. De todos modos, es un referente de opinión.


Anyelina Rojas Valdés/ 15 de Abril de 2006
anrojas@terra.cl

(Entrevista publicada en Semanario Iquique Express)

Un día cualquiera, por los inicio de los años 70, un niño inquieto –aunque a la vez introvertido-, delgado y de aspecto medio pálido, trepaba los árboles en el valle de Azapa, practicaba caminatas, comía aceitunas y compartía travesuras con sus amiguitos. Entre tanto juego y el sol nortino, un día se lanzó a los estanques de regadío. Dio un par de aletazos y ya, a prendió a nadar. También estaba la otra parte, aquella más piadosa; aquella que le hacía preocuparse y cuidar a los animales; o que le hacía conmover profundamente, cuando se encontraba con la imagen de la Virgen del Carmen… Marcos recién se empinaba en la niñez, pero la vida, ya le estaba mostrando dos caminos. La vida misma, cotidiana y un aspecto espiritual, profundo, de la mano del mensaje de Dios, que en definitiva, se refunden en un solo camino.

Es el quinto de 6 hermanos, manteniendo una gran diferencia con los mayores, por lo tanto, siempre fue muy regalón. Nació en 1964, cuando su familia vivía en Tarapacá con 21 de Mayo, muy cerca de la Plaza Arica. Allí, su padre, devoto de la Virgen del Carmen de La Tirana, fundó la Primera Diablada de Chile o como se le conoce “la Diablada del Goyo”, parafraseando el nombre de su creador.
-Entonces, más de una vez se habrá vestido de diablillo-, le digo, para marcar el tono de este diálogo, que aunque periodístico, pretende ser ameno y coloquial.

A los dos años, su familia se fue a vivir a Arica, pero siempre venía a Iquique en vacaciones, feriados o días libres. “Tuve una niñez muy bonita, muy ligada al tema campestre, porque vivíamos a la entrada del Valle de Azapa”, rememora hoy Marcos Ordenes Fernández, sacerdote y actual Administrador Diocesano.

-Tomando esa época de la niñez, ¿cuál es el primer recuerdo religioso que le viene a la memoria?
-Tengo vívida la imagen de niño, muy pequeño, tomado de la mano de mi mamá en una procesión, detrás de una Custodia, en la Iglesia del Carmen en Arica. Y te cuento, en toda mi vida siempre me aparecen hechos ligan con la Virgen. Tengo muchos momentos importantes de la vida que me ligan a la virgen y con el título “del Carmen”.

Sin embargo siente que su niñez fue completamente normal, como la de cualquier otro niño. Era bromista, incluso, más de alguna vez se extralimitó con sus travesuras. Pero, a la vez, le interesaba relacionarse con los demás. Eso lo llevó a integrar desde muy temprano, un grupo scout de su parroquia, en Arica. “Esto me hizo tener una gran disciplina y especialmente, mucha valoración por las otras personas. Aquí aprendió esto de Amar a Dios, a la Patria y a la Familia. Esto queda marcado.

Tomaba tan en serio su participación, que llevaba una libreta de apuntes para anotar sus buenas acciones. “Esto que parece una anécdota, en realidad fue muy importante para mi formación como persona”.

Todo marchaba de maravillas en la vida del pequeño Marcos, cuando su familia emprendió el retorno a Iquique.

-¿Cómo fue el regreso?
-Tenía 11 años y me matricularon en la Escuela Santa María. Había un régimen de estudio muy estricto y de mucha exigencia académica. Recuerdo que como venía de otra ciudad, me sentaron en el último asiento y en la medida que uno tenía buenas calificaciones, avanzaba.

-¿Avanzaste?
-Al término del año ya estaba en la primera fila- dice sonriendo.

-Pero hasta ese momento, ¿no sentías el llamado religioso?
-Era creyente. Incluso, mi mamá se preocupaba que fuera a misa los domingos. Más adelante fui acólito de la Catedral, con monseñor Valle, pero nada todavía como una vocación religiosa.

Así llega a la adolescencia. Realiza una vida como cualquier joven que se integra a las actividades de su parroquia. Tiene amigos, amigas e incluso, si avanzamos a la época universitaria, supo también lo que es el amor juvenil. “Me marcó mucho mi llegada al liceo, porque allí se me despertó algo que tenia guardado de mi época de scout, porque allí fui enfermero…

-¿Cómo fue eso?
-Se me despertó muy fuertemente el interés por la ciencia. Incluso guiados por una profesora participé con un grupo de compañeros en concursos científicos y nos fue muy bien. Pero también me inculcaron el amor por la literatura y la literatura crítica. En ese aspecto, me marcó mucho el libro de Mariano Azuela, Los de Abajo. La comprensión del libro hacia la que me orientaron fue impactante para mí.

-Impactante al punto que…
-Que descubrí por ejemplo, que tenía un compañero que su papá era detenido desparecido. A esa altura 17 años, yo no tenía idea y más aún, porque venía de una familia más conservadora. Así, entonces, empecé a descubrir un mundo nuevo. En Cuarto medio, cuando el padre Franklin Luza estaba recién llegado a la Catedral, fue con él a Pisagua, para llevar alimentos y visitar a los relegados políticos. Luego empecé a ir al interior y ver otras cosas… Entonces se me empezó a desarmar mi mundo.

-Con tantas interrogantes y un mundo medio desarmado, ¿cómo enfrentas la universidad?
-Ingresé a la carrera de Obstetricia en la Universidad de Arica. Acá hice la crisis de la juventud. Me dediquen mucho a estudiar, pero también me incorporé a los grupos que trabajábamos por el retorno a la democracia, aunque nunca participé en un partido político determinado.

Lo otro que le atraía de esta nueva vida, eran las discusiones que se producían entre sus compañeros. Con distintas visiones y posiciones frente a la vida y a la contingencia. Toda esta vorágine y en medio de sus cuestionamientos, lo llevó a alejarse de la Iglesia, pero más bien del culto, porque internamente, sentía fuerte su fe. Como anécdota, recuerda, que mientras trató de alejarse, “fue el año que más recé”. Iba a la Catedral de Arica y buscaba que Dios le ayudara a encontrar las respuestas.

-Claro está, que volviste a la Iglesia.
-Claro, después volví y con mucha más pasión. Empecé a trabajar en las poblaciones e incluso, comí en una olla común durante un año, porque a partir de lo que me decía el Evangelio, quería vivirlo…

-Ese es el momento, entonces, en que aparece la vocación…
-Es que fue una época muy hermosa. De mucha vida en la comunidad, de solidaridad. Por el año 1986, con una buena trayectoria académica. Era alumno ayudante, estaba iniciando mi tesis y mi panorama estaba claro, iba por el área clínica académica. En eso cayó en mis manos la biografía de Juan Pablo II, lo que golpeó profundamente y me llegó a la convicción que debía dejarlo todo.

Así de drástica fue la decisión de Marcos. Lo dejó todo, ante los ojos atónitos de su madre, que cumplía el sueño dorado de tener a un hijo profesional; y de sus profesores, que veían en él a un gran discípulo. No obstante y con cierta condescendencia, terminó sus tesis de grado y se tituló como Obstetra, logrando uno de los más altos promedios de su promoción junto a otra compañera.
Ingresó al Hospital de Iquique a trabajar en lo suyo, pero sintiendo cada vez más claro, el llamado de Dios.

-Fue en los pasillos del hospital, durante los turnos, en conversaciones que tuve con varias mujeres que estaban con cáncer terminal, con las que recé muchas noches… lo que me hizo tomar la decisión definitiva. Es que me impactó mucho ver lo frágil la vida, que como todas las cosas, se acaba. Entonces decidí dejarlo todo y entrar al seminario. Ingresé al Seminario Pontificio de Santiago, en 1989

-Llegas al seminario. Sin duda que ser mayor de edad, profesional, habiendo trabajado, acostumbrado a manejar su vida y a contar con un sueldo todos los meses, fue un cambio radical.

-¿Cuán radical fue ese cambio?
-En el seminario éramos 36 alumnos, por lo tanto había una variedad enorme. El proceso de formación era muy serio y riguroso, pero también muy humano. En lo personal, claro que fue difícil. Imagínate que yo era un profesional, que manejaba su vida, que trabajaba y allí tuve que llegar a pedir permiso para ir a la esquina… En el primer año se sale muy poco en el Seminario. Pero tengo los mejores recuerdos. Primero, volvía a estudiar, en la Universidad; fue presidente del Centro de Alumnos, era el encargado del grupo de cantos… en fin, fue muy valioso. Además, descubrí al padre de mi alma, al que formó mi alma y marcó mi corazón. Se trata de don Vicente Ahumada, mi formador… Falleció hace dos años, pero me marcó profundamente y me enseñó una lección para toda la vida, que trato de aplicar siempre. Se trata de ser fácil, de no poner complicaciones, ni a Dios, ni a las personas.

-¡No parece fácil!
-No es fácil, pero en la medida que aplica esto en pequeñas cosas, va aprendiendo a vivir la vida mejor… Y uno va siendo capaz de más, de entregar lo mejor.

Ya ordenado sacerdote y con la madurez de sus años y su historia de vida, empieza una carrera vertiginosa. Vive primero lo que se denomina en jerga religiosa “año pastoral” en la Capilla de El Colorodo, pero por las mañanas, se dedica a su profesión. Al año siguiente es ordenado diácono y después sacerdote. Quizás por esa misma historia de vida, se vincula al tema de la religiosidad popular y termina como asesor de los bailes religiosos y luego, como el Rector del Santuario de La Tirana. “Es como volver a la Casa de la Madre”, dice sin poder evitar la emoción y aludiendo a la Virgen del Carmen.
Sin embargo sus inicios en La Tirana no fue fácil. Debió acoplarse con la comunidad y sumir una vida nueva, muy distinta a lo que había sido, hasta ahora, su largo paso por Santiago. “Te digo, no estamos exento de problemas, pero esa comunidad me educó. Ellos me enseñan a mí y yo también les enseño a ellos. Es una entrega recíproca”.

De esas enseñanzas intercambiadas se nutre el ya sacerdote Marco Ordenes, cuando desarrolla sus clases de Etica en la Universidad Santo Tomás. Allá se transforma en “el profe”. No estaban tan alejados sus formadores en Arica, cuando lo vislumbraran como un excelente académico.

Friday, April 07, 2006

ENTREVISTA A SILVIO ZEREGA ZEGARRA



Humberstone, Patrimonio de la Humanidad, lo trae de nuevo a la palestra

SILVIO ZEREGA, EL OTRORA SEREMI DE LA TRANSICIÓN


Era marzo del año 1990 y saboreaba regocijante el triunfo de la Concertación, con Patricio Aylwin como Presidente de la República, cuando supo que debía asumir como Secretario Regional Ministerial de Gobierno. Mientras atendía a sus clientes que buscaban refrescarse del calor estival consumiendo los helados artesanales que vendía en su heladería de Vivar con Zegers, Silvio Zerega Zagarra, no lo pensó dos veces. Hizo un rápido repaso de su vida en las últimas décadas, desde que abrazara los ideales socialistas en el periodo de Jorge Alessandri, hasta los difíciles años de la lucha contra la dictadura. ¿por qué no?, se dijo a sí mismo. Tenía a su haber sus ideales, su lucha inclaudicable y sobre todo, lo que sería trascendental en el rol que iba a asumir: era iquiqueño y conocía a todos los personajes de esta ciudad. Con una emoción que le apretaba su corazón respondió afirmativamente al intendente Nelson Garrido Alvarez, con quien ya había compartido las acciones opositoras y las recientes campañas, por el No y la Presidencial. Sabía que era un momento histórico para el país y que a él le correspondía asumir un rol fundamental en la región. Así, entonces, se transformó en el vocero del nuevo gobierno democrático y su nombre quedó plasmado en la historia reciente, como el Seremi de la transición.

ANYELINA ROJAS VALDES
anrojas@terra.cl


-¿Podemos decir tu edad en esta entrevista? –le pregunté-
-No tengo problemas con eso, -respondió- Nací el año 38.

Después de un par de preguntas más y como las matemáticas por simple que parezcan, no son mi fuerte, logré concluir que este hombre sencillo, apacible, de una delgadez estilizada y ojos claros, tiene 67 años. Y por supuesto que siente que hace rato que está de vuelta, que es tiempo de dejar espacio a los más jóvenes y que está plenamente satisfecho trabajando por la recuperación del patrimonio salitrero, a través de la Corporación Museo del Salitre y hoy más aún, porque se logró un hito en menos tiempo de los esperado: lograr que Humberstone y Santa Laura fueran reconocidos por la UNESCO, como patrimonio de la humanidad.
No por nada sus raíces le hablan hasta hoy. Su papá llegó de Italia y acá conoció a una pampina que lo cautivó. La siguió hasta Huara, su pueblo natal, se casaron y tuvieron 7 hijos. Silvio Zerega, uno de los menores nació en Iquique por simple casualidad, pero
hasta los 7 años vivió en Huara. De hecho, antes que iquiqueño, se siente huarino. Eso, por cierto, llena de orgullo a su longeva madre de 98 años aún vive. “y completamente lúcida”, nos dice. Lo curioso es que la señora, vive con su hermana mayor.
El año 1947 la familia se radica en Iquique. Silvio, con 7 años ingresa al colegio Don Bosco y sus hermanas, a la contraparte, María Auxiliadora. Desde esa fecha, siempre ha habido una Zerega en este colegio salesiano, correspondiéndole ahora, a su hija Valeria.
Después de su largo paso por Don Bosco, el joven Silvio, terminó sus estudios medios en el Liceo de Hombres y de allí, como era típico de las familias de clase media, se trasladó a la Escuela Normal “José Victorino Lastarria”, desde donde egresó como profesor primario. Trabajó un par de años, incluso, haciendo clases en el colegio de Huara, cuando decidió continuar estudios de Pedagogía en Matemáticas.
Sin embargo, la vida no le era fácil. Se había casado, tenía dos hijos y el sueldo de profesor, no alcanzaba para cubrir el mes. Reconoce que ya por el día 22 ó 23, debía pedir auxilio a su madre. Y para evitar gastos, hasta aprendió a reparar los zapatos de sus retoños. “Es que los sueldos de los profesores eran muy, pero muy exiguos”, recuerda. Era pleno gobierno de Alessandri, definiendo en esa época, su militancia socialista. Luego, durante el gobierno de Allende, participó en interesantes e innovadores proyectos educativos, mientras paralelamente se desempeñaba como docente de la entonces sede de la Universidad de Chile en Iquique. En eso estaba, cuando sobrevino aquel 11 de septiembre de 1973. No la pasó bien. El proyecto en el Ministerio se acabó y fue despedido de la universidad. “Me transformé en un paria, sin posibilidad de encontrar trabajo”. Allí nació la idea de la heladería, su trinchera económica en los años de dictadura. A esta altura y tras quedar viudo, ya había contraído matrimonio por segunda vez, del cual tiene dos hijas más; la mayor, que estudia danza, en Santiago y la más pequeña, que representa el apellido Zerega en María Auxiliadora. Laboralmente hoy se desempeña como Secretario Técnico de la Comisión de Enajenación.

La lucha por la democracia

Cuatro años estuvo como Seremi de Gobierno y otros 6 como gobernador provincial. Sin embargo, esto no fue gratuito, sino que más bien el curso natural de una trayectoria en lo que fue la lucha por recuperar la democracia.

-¿Cómo fue la incorporación a la política, en aquellos años de gobierno militar?
-Recuerdo que durante los primeros años de la década del 80, nos juntamos trece personas, para recuperar y rearticular el partido socialistas… Entre ellos recuerdo a Juan Garcés, a Jorge Soria, Fuentes y otros más.. Ahí partimos de nuevo, con todos los riegos que significa en ese tiempo hacer política.

-Eso en lo político, pero en el plano personal, ¿en qué estabas?
-Bueno, cuando uno salía de un trabajo público, como era la universidad en ese tiempo, quedas transformado en un paria, en un exiliado de todo lo que fuera público. Había que estar en un campo laboral donde te la arreglaras sólo. De hecho tuve que ir a vender helados en Vivar con Zeggers. Allí puse un negocio…

-En todo caso –le retruco- algunos que venden helados llegan a ser alcaldes…
-Es que aprendió conmigo –dice en tono jocoso- pero recordando las tertulias que mantenía con el alcalde en aquellos años.

-Pero sigamos…
-El partido se logró reestructurar en forma completa. Después surgió el PPD. Fui su presidente en un período. En el fondo era una simbiosis entre PPD y PS, pero finalmente quedó como partido. Me quedé en el Partido por la Democracia, junto con otra gente como Caucoto, Francisco Pinto… no porque hubiese grandes diferencias, porque creo que ambos eran partidos muy similares, que luchan por mayor justicia para la gente. El PPD se fortaleció, se quedaron profesionales, técnicos y el PS tomó su rumbo, porque a esa altura ya no era posible la co-habitación, aunque no hay grandes diferencias. Tenía, la heladería, pero trabajaba en el colegio Inglés también, de lo cual estoy muy agradecido, porque intenté trabajar en otros colegios, pero todos los directores a los que le pedí apoyo, me dijeron que no, porque si había salido de la universidad era por algún motivo ¡grave!, me decían… En el fondo era una forma elegante. A muchos de ellos he tenido la oportunidad de volver a verlos pero… ¡bueno! Las cosas ya pasaron… No así el Colegio Inglés; guardo muchos recuerdos, por eso cuando se transformó en instituto, tuve la oportunidad de ayudar en la realización de ese sueño, que después se desvaneció, pero ayudé.

-¿Cómo llegan la nominación de Seremi?
-Recuerdo que un viernes, me dicen que me andaban buscando con la intendencia. Me presenté y me encontré con la sorpresa que ya mi nombre estaba en la lista, o sea –dice sonriendo- funcionó la dedocracia, pero yo sabía que era una responsabilidad que debía asumir. Además, con Nelson (Garrido) nos conocíamos de los años de profesor primario, así que él sabía que yo iba a responderle. Así partió mi carrera. Lo primero que hice fue dejar el negocio porque entendí que un trabajo de esa índole no era compatible con las nuevas funciones que asumía. Así que pesqué las llaves de la heladería y la vendí a puertas cerradas…

-Ahí entonces hay un proceso… de “paria político”, a ser la cara visible del nuevo gobierno de la Concertación. ¿Cómo fue ese tránsito?
-Después de un largo silencio, dice –difícil de creer. Muchas veces estábamos en reuniones de gobierno, en conversaciones y la verdad es que “no nos la creíamos”… ¡Imagínate!, en un año pasar de una situación tan negativa de convivencia, a una instancia en la cual tenías que hacer un papel radicalmente diferente. Pienso ahora que mucho ayudo el hecho de ser iquiqueño, del norte, porque la mitad de mis raíces están también en Arica… Entonces tenía y tengo, una relación muy fluida con lo iquiqueños y los ariqueños. Eso ayudo mucho a que se suavizara este tránsito y finalmente fue más suave de lo que incluso, yo me imaginaba… ¡mucho más suave!

-...Y encontrarse de frente con algunas personas que fueron la cara de la dictadura…
-Fue difícil un solo momento, cuando se hizo el cambio de mando. Nos reunimos en la sala grande de la intendencia y fue un poco complicado, pero ¡era así! Las palabras de buena crianza, como se dice, se notaban muy duras… pero una vez pasado ese momento, las relaciones directas fueron más fáciles y el tránsito fue suave.

-Tu perfil y tu personalidad, ¿cuánto influyeron en eso?
-De partida, por principio, por formación, porque mis padres nos formaron así, no tengo eso de guardar rencores ni amarguras. Las cosas se dieron en un momento dado, pasaron ¡y pasaron no más! Obviamente que hay situaciones muy dolorosas que no se olvidan, pero eso es otra cosa, porque tú entras a trabajar a un gobierno que es gobierno de todos los chilenos, incluyendo aquellos que tomaron decisiones tan arbitrarias. ¡incluyéndolos a ellos!, entonces lo que corresponde es ayudar a mejorar ese nivel de relación… en la medida de los posible. Obviamente que hay gente que actuó muy mal, pero después judicialmente se les ha seguido acciones. También hay que reconocer, que hubo gente que actuó en el gobierno militar por principios y convicciones, que tuvo una actitud que fue buena, regular, mala ¡pero ya pasó! No se puede seguir marcando la distancia para el resto de tu vida. Menos en la Secretaría Regional de Gobierno. Yo no podía establecer una política de segregación…

-…Entonces, ¿cómo funcionó?
-Estableciendo lazos, conversando con la gente y bajar el perfil a aquellas cosas en que se pudiera hacer. En lo que es delictual, obviamente que no. Pero, te cuento, fue partiendo de la nada, hasta que terminamos a los cuatro años del Gobierno de Aylwin, con grandes avances. Además, esa era la característica del Presidente. Que hubo momentos difíciles, los hubo…

-Por ejemplo…
-Un día supe que se estaban produciendo movimientos militares más allá de lo común, que fue el famoso boinazo. Uno ignora todo lo que hay detrás de eso. Concurrí a la intendencia de inmediato. De Santiago nos llamaron a todos los seremis de la Región. Y te digo que fue fácil darse cuenta que aquí y en las otras regiones era un movimiento que no existía. Habían algunas reuniones, pero no tenía ningún impacto aquí. Eso ayudó al gobierno central, recavando información de todas las regiones, de quedar claro que el movimiento estaba centralizado estrictamente en Santiago. Y no tuvo mayores consecuencias.

-Después de 4 años como seremi, tiene otros 6 como gobernador provincial, ¿cuál es la experiencia y el aprendizaje que sacaste, al estar allí, en la primera línea?
-Fue un escenario diferente al que había vivido antes, en diferentes gobiernos. Yo viví en gobiernos radicales, con Videla y Carlos Ibáñez; el gobierno de derecha de Alesandri; luego Frei, Allende, hasta lo que significó la dictadura de Pinochet. Y de paso te cuento que a Pinochet ya lo ubicada de antes, cuando vivía en Iquique.

-¡Conocías a Pinochet de antes!, ¿cómo fue eso?
-Es que le hice clases particulares a uno de sus hijos, a Marco Antonio. Iba normalmente a su casa una o dos veces por semana para prepararlo para unos exámenes que se daban antes para ingresar a séptimo año… Era normal que a veces nos topáramos y preguntara cómo estaba el hijo…

-¿Qué respondía el profesor?
-Estamos hablando de un chico que tenía 10, 12 años. Era un chico bien despierto, muy soñador. Era bien especial y muy buen alumno en lo que a mi especialidad respecta. Ah, otra cosa, la mamá, la señora Lucía pasaba ahí, muy pendiente. Después siendo gobernador, me correspondió reemplazar al intendente Vera en la Ceremonia del 7 de Junio, en Arica. Y todo el mundo… los generales que estaban en El Morro, se extrañaban del nivel de conversación con el Comandante en Jefe. Y eso es nada más porque él vivió acá, teníamos conocimiento de gente en común… y preguntaba por sus conocidos…

-Estábamos con el tema del aprendizaje que lograste…
-Aprendí mucho. Es que fue pasar de un mundo educacional, comercial, a un ámbito público, de gobierno. Pienso que el hecho de ser como uno es, ayudó mucho a la convivencia entre dos sectores que venían de una gran pugna: los nuestros, que era gente que venía de la oposición y la derecha. En eso está el aporte que pude haber hecho y también lo que aprendí. En lo operativo, destaco que trabajamos mucho en Alto Hospicio y todo el tema de las tomas de terreno. Recuerdo que recibí un apoyo enorme de Bienes Nacionales que confió en nosotros, como gobernación provincial y nos entregó los terrenos para hacer el loteo. De hecho, la Gobernación hizo todo el plan de emergencia inicial, allá en Hospicio.

En la trastienda

-¿Y que hace un hombre con toda esa trayectoria y experiencia, en un rol de trastienda?
-Ahora estoy en el tema de Humberstone y Santa Laura…

-Me refiero a la formalidad del sector público...
-¡Nada, pues! ¡Tarea cumplida no más! Uno cumple una tarea y a veces segundas partes no son buenas. Las condiciones van cambiando, los actores no son los mismos; entonces uno mira el devenir del servicio público. Ahora, la valorización que logré conquistar en la primera línea del gobierno, me ha permitido volcarla a lo que estoy haciendo ahora.

-En realidad, igual estás en primera línea, a través de la Corporación Museo del Salitre, como su secretario ejecutivo. ¿Cómo te fuiste involucrando en el tema?
-Cuando estaba en la gobierno me llamó un síndico de quiebra que me pidió que cuidara las salitreras y que la Gobernación regulara quien ingresaba y no a las salitreras. Cuando se produjo la licitación eso sirvió mucho, porque primero estaba contemplado en la licuitación Santa Laura, Humberstone y las tortas, lo que le subía enormemente el valor. Ahora, en lo personal, yo trabajé en Humberstone, hice clases en la escuela en la época del desarme, cuando se estaban cerrando las salitreras, entonces hay una fuerte emoción. Ya como gobernador también participé en el proceso de la redacción de estatutos de Hijos del Salitre, posteriormente cuando la Corporación asumió la propiedad, don Sergio Bitar me pidió que asumiera la secretaría ejecutiva. Y en un tema así uno nunca puede decir que no. Imagínate, es la posibilidad de devolver a la tierra, lo que uno ha recibido. Además hay una red de contactos positivos, que ha permitido que podamos generar apoyos, recursos. Y contar con el respaldo del hoy ministro de educación.

-Estar hoy día en la Corporación es fácil, pero ¿cuando partiste cómo fue?
-Difícil. Si no es porque nos encontramos con gente como Sara Benavides, Directora del FOSIS, con quien empezamos a conformar un equipo de trabajo, lo que permitió contar con asignaciones para mano de obra para trabajar. Con eso se pudo limpiar Humberstone que estaba horrible y dejarlo como un espejo, como está ahora. En fin, el tema financiero siempre es complicado, pero estamos saliendo adelante. Y hoy día estamos donde estamos.

-¡Qué significa estamos donde estamos!
-Significa que se va a cumplir el sueño de los pampinos, en el sentido que esto nunca va a desaparecer la cultura pampina, porque hay un compromiso del gobierno. Estas son las últimas salitreras que nos van quedando, por eso tenemos que cuidarla. Con esta designación se reconoce la cultura pampina como tal. Por eso se preserva cultura y los pampinos que van quedando reconocen en Santa Laura y Humberstone su tierra, aunque hayan nacido en otro lugar.

-En todo este proceso formal y de oficialización, ¿no se trasgrede la esencia de la cultura pampina?
-En otros lugares como San Pedro de Atacama, hay hoteles, llega la modernización… nosotros no queremos eso para Humberstone. En algún momento se va a habilitar el hotel, pero de acuerdo a lo que era. Vamos a rescatar la cultura pampina, para difundirla y dejar Humberstone como un espacio donde el tiempo se detiene, para que se pueda conocer la vida en las salitreras como era. Y la modernidad no puede atentar contra eso.

-Vamos a las matemáticas: Si tiene 68 años y las expectativas de vida en tu familia superan los 90, se deduce que te quedan 20 años o más de vida útil por delante. ¿Qué es lo que viene?
-Uno se fija metas, pero la felicidad no está en la meta, sino que en el camino que se hace para llegar a esa meta. Así, entonces la felicidad de construye paso a paso. En lo familiar, puedo decir que tengo una situación económica más o menos consolidada; quiero seguir trabajando hasta el día que no tenga ganas de hacerlo. Cuando no tenga ganas de ir a trabajar, entonces ¡paro!. Aspiro a que mis hijas terminen sus estudios y después retirarme a una vida más tranquila, en Pica. Allá tenemos una casita, que nos ha costado un mundo hacerla. ¡Y nada más! Eso es todo. He vivido feliz.

-¿Y en política?
-¡En política nada más! Creo que hay que dejar el paso a los más jóvenes. La historia te dice que hay momentos en que hay que irse y creo, como están las cosas, porque nadie sabe qué pasa mañana, que en política ya no; claro que uno siempre está en contacto, conversando, dando consejos, pero ahí no más. Además, con Humberstone y Santa Laura tengo un inmenso trabajado por delante y para rato. ¡Me siento muy feliz por ello!

ENTREVISTA A CORE JULIO CAMARA


Después de 30 años, CORE Julio Cámara retornó a la CUT pararecibir homenaje

Las vueltas de la vida son impredecibles. Hace más de 30 años el actual CORE Julio Cámara Cortés se desempeñaba como dirigente sindical, motivo por el que fue arrestado y sacado con esposas desde la sede de la CUT para ser conducido a la cárcel de Arica. La causa simple y obvia en aquellos convulsionados días del gobierno militar: pertenecer al movimiento sindical. Es por ello que el consejero regional, no pudo contener la emoción cuando en ese mismo lugar, recibió el pasado vienes, un reconocimiento a su trayectoria y contribución al fortalecimiento de la lucha de los trabajadores; paradojalmente, la misma causal que lo mantuvo en cautiverio por largos tres años.Anyelina Rojas/ 25 de Marzo de 2006.-“Hoy vuelvo a mi casa y me siento uno más entre ustedes”, sostuvo Julio Cámara ante el Comité Ejecutivo de la CUT de Arica, tras recibir la distinción a su trayectoria sindical, bajo la compañía institucional de otros tres integrantes del Consejo Regional: Andrea Murillo, Emilio Jimenez y Ciro Alegría.
“Agradezco este reconocimiento –señaló Cámara- porque después de tantos años regreso a mi casa, la misma de la que salí esposado en 1973 y a la que hoy vuelvo como un hombre libre”, sostuvo.
En tanto, Julio Olivares, actual presidente de la CUT ariqueña, destacó que el homenajeado representaba los valores de los trabajadores chilenos. A la vez destacó su fuerza y valor para salir adelante y vencer la adversidad.
Su trayectoria, un ejemplo
Cuando en 1976, Julio Cámara Cortés recobró su libertad, fue advertido de la inconveniencia de permanecer en Arica, puesto que su pasado sindical, representaba “un peligro”. Decidió trasladarse a Santiago, donde, además de buscar un trabajo que le permitiera su sustento, completó su inconclusa enseñanza media y siguió una carrera técnica en el área de la publicidad.
Sin embargo, la gran motivación que le inspiraba, era contribuir en la recuperación de la democracia. Así, mientras se desempeñaba en una empresa de transporte colectivo, fundó un sindicato. “Recuerdo que éramos cuarenta socios, pero, a la semana de haber formado un sindicato, quedábamos ocho, porque uno a uno, todos fueron despedidos”.No sólo eso. Como represalia a su osadía, fue secuestrado y apresado nuevamente, donde se le advirtió que cesara con sus prácticas sindicales.
En 1992 vuelve a Iquique, la tierra que lo vio nacer y se integra a trabajar a la Pastoral Obrera, como encargado de capitación. Paralelamente se desempeña en la Oficina Regional de Retorno. Al año siguiente se integra a la Seremi de Vivienda y Urbanismo, como Encargado de Difusión.Motivado siempre por superarse, ingresa a estudiar ingeniería en Administración de Empresas en la UNAP y más tarde continúa con un Magíster en Gestión de Recursos Humanos. Y en febrero del año pasado, respaldado por los concejales del PPD, partido en el que milita, logró ser Consejero Regional, desarrollando una prestigiada gestión reconocida por sus pares.Trabajadores y democracia
Al ser consultado sobre las falencias del movimiento sindical chileno, Cámara señaló que si bien, las hay, lo importante es fortalecer la organización de los trabajadores “porque históricamente en nuestro país, han sido los trabajadores los que han impulsado la lucha por la democracia. Así ocurrió en 1907 y lo digo ahora que estamos ad portas de conmemorar el centenario de la Matanza de Santa María. También fueron los trabajadores los que iniciaron las primeras movilizaciones sociales para recuperar la democracia”.
En ese contexto, valoró la visita que el actual ministro de Hacienda, Andrés Velasco, hiciera a la sede de la CUT en Santiago. “Ello da cuenta de lo importante que son los trabajadores y que no se puede obviar una interlocución con ello, a la hora de evaluar temas económicos, de seguridad laboral, etc.”, añadió.
Ese estilo de diálogo social, según explicó, es el que debiera predominar también en la región. Y como ejemplo de ello, desde el CORE, contó que la ceremonia en que fue distinguido por la CUT, permitió una primera reunión formal entre los dirigentes sindicales y los CORES que le acompañaron.

ENTREVISTA A SEREMI LUIS GUZMAN CONTRERAS

Luis Guzmán Contreras… de aquellos que se ensucian los zapatos y sudan en la cancha Sus amigos lo llaman Pipo; en su familia le dicen Luchín; y hoy, en la Secretaría Ministerial de Economía, pasó a ser “don Luis”. Sea cual sea la nomenclatura de su nombre, Luis Guzmán Contreras, es el mismo de siempre: sencillo, alegre, espontáneo; deportista practicante y comprometido –al punto que los fines de semana entrena a la división Juvenil del Club Norteamérica-; amante de sus familia –compuesta por su mujer, dos hijos y un tercero en camino-; un servidor público puro, como se autodefine; pero por sobre todo, un iquiqueño neto, orgulloso de su tierra y su gente. A tal punto, que el “iquiqueñismo” que lo invade, lo pregona y siente, le hace asegurar que así como nació en esta árida, pero cálida tierra nortina, espera vivir por siempre en Iquique y cuando le llegue la hora de partir, desea que sus cenizas sean esparcidas por cuanta cancha de barrio haya en la ciudad. Anyelina Rojas Valdés anyerojas@gmail.com
La noción de barrio, anclada en la memoria de Luis Guzmán Contreras, el recién designado SEREMI de Economía, por la Presidenta Michelle Bachelet, no es un hecho banal; más bien, tiene que ver con esa idea de barrio que habita en el colectivo iquiqueño. “Nací en el sector de Avenida Aeropuerto con Diego Portales, en lo que fue la Población Soria; luego en la población Endesa y en el barrio Libertad. En todos estos lugares, siempre fue lo mismo: buenos amigos, buenos vecinos; todos nos conocíamos. Recuerdo cómo se jugaba a la challa en el verano y la forma en que nos divertíamos. Había mucha fraternidad y los amigos se hacían allí, en las puertas de la casa Sin duda que todo aquello, marcó mi formación como persona”, rememora hoy. Pero, otro hecho que marcó su vida, fue la perdida de su madre, cuando apenas tenía 7 años, siendo el menor de cuatro hermanos. “A pesar del dolor y de un sentimiento reprimido fuerte, que debo tener, creo que salí adelante, porque me vi en la obligación de hacerme independiente, porque mientras mi viejo trabaja mucho para sacarnos adelante, cada uno de los hijos tenía que cumplir con sus propias obligaciones”. Así, intentando superar el dolor; siendo alegre y amigable casi al extremo, llegó a la adolescencia. “Fui un joven como cualquiera. Ni el mejor alumno, pero tampoco estaba entre los peores. Hice todo lo que tenía que hacer y viví a concho todas mis etapas. En concreto, se puede decir que logré desarrollarme sin frustraciones”. Al egresar de cuarto medio, decidió hacer el servicio militar como voluntario. -Podría parecer extraño, que en plena dictadura, un joven con cultura de izquierda, opte por el regimiento –le señalo- -Nada de extraño –responde seguro- Fue más bien práctico, Era algo que tenía que hacer y si lo postergaba o le hacía el quite, todos los años me iban a estar llamando. Preferí cumplir con el deber militar y despejarme de eso para iniciar mis estudios en la universidad. -¿Y la rigurosa disciplina militar…? -La disciplina, independiente que sea militar, es algo que siempre ayuda en el desarrollo personal; hoy en día el que no es disciplinado, tiene serias dificultades. Eso lo aprendí muy bien en el Servicio Militar. También aprendí lo que es tener un jefe y que al jefe hay que obedecerle; aprendí a escuchar… Bueno, creo que mi por el regimiento, reforzó en mí esto de ser independiente. Con el deber cumplido emprende vuelo a Arica, aterrizando en lo que hoy es la Universidad de Tarapacá, para estudiar Ingeniería Civil Industrial. Era la década del 80, años difíciles políticamente hablando. “La universidad estaba muy convulsionada, había mucha movilización y constantemente ingresaban las fuerzas de seguridad al campus”, recuerda. Obviamente esto no pasó inadvertido para el debutante universitario, que se encontró en el lugar y momentos precisos para canalizar sus inquietudes políticas y como entre sus compañeros estaban los principales dirigentes de la Federación, las cosas se fueron encadenando. “En más de una oportunidad tuve que esconder a un dirigente en mi casa. Y yo mismo, incluso recibí la visita de agentes de seguridad”. “En la situación que vivíamos, -añade- yo sentía que había que hacer algo para dar vuelta el escenario. Y en ese momento sentía que todos los mecanismos eran válidos; no estaba dispuesto a ser golpeado sin defenderme. Hice lo que sentí que tenía que hacer, entregué mi aporte… No me imagino que hubiese actuado de otra manera; no estaría tranquilo hoy”. Pero como el escenario político se fue complicando, concordó con su familia el retorno, para continuar sus estudios y la misma carrera en Iquique, la cual concluyó por los años 90. Listo y presto con su título en mano, de Ingeniero Civil Industrial, consiguió su primer trabajo, como jefe de Operaciones del Diario “El Nortino”. -¿Cómo fue esa primera experiencia laboral? -Fue muy buena y me marcó bastante también, porque a pesar que era mi primer trabajo, también allí di mis pequeñas luchas. Recuerdo que a fin de año se organizaba una comida, pero lamentablemente, la gente de mi Departamento no podía participar porque eran los encargados de hacer el diario, de imprimirlo. En buena, hablé con los periodistas, con el editor, recuerdo y peleamos un poco, hasta que logré que todo el material periodístico se entregara antes. Resultado: todos participaron en la cena, los que imprimen, los alzadores (compaginan en diario). Y nadie se hubiese dado cuenta si al día siguiente el diario hubiese salido más tarde. Cuento esto como una anécdota, poro también con un sentido profundo de señalar que todas las personas contamos, desde los más importantes, a los más humildes. Ese es un precepto de vida que mantendré siempre. -Con esa idea, llegaste luego a la Municipalidad de Iquique… -Así es. En El Nortino estuve poco menos de un año. Luego me fui a la Municipalidad como Director de Aseo y Ornato, es decir, el encargado de los parques, plazas, de sacar la basura… Algo así como el alcalde chico. Fue una experiencia a concho, aprendí mucho, pero a los 6 meses, ya estaba buscando trabajo. A los 8, me cambié a ESSAT, lo que hoy es Aguas del Altiplano. Esto porque sentía que era como en un constante incendio que hay que apagar, apagar, apagar… Y la formación que tengo y como creo que se hacen las cosas es con planificación, con organización, metas claras y obtener luego los resultados… -¿Pudiste tener una aproximación al Soria persona durante ese periodo? -No sé si se podrá conocer al Soria persona, yo conocí al Soria alcalde… quizás son lo mismo. Estuve algunas veces en su casa y nunca dejé de verlo como alcalde… Como conectándose con el tiempo al que hace referencia, Luis Guzmán se queda pensativo y dice pausado –cuando me preguntaste sobre porqué hice el servicio militar, es porque siempre he dicho que uno en todos lados tiene que aprender y a todas las personas debe escuhar, porque siempre se aprende. Entonces te puedo decir que de Soria también aprendí muchas cosas… -¿Por ejemplo? -Que el cuerpo siempre puede dar más. Yo entraba a trabajar un cuarto para las siete y a veces eran las tres de la mañana y él nos mandaba a buscar al parque o al estadio, porque quería hacer cosas… Y al otro día igual había que trabajar -El cuerpo siempre puede dar más, ¿a costa de lo que sea? -Es que era más joven en esta época, tenía mucho entusiasmo… había que trabajar… Quizás era otro momento. Pero hoy ¿qué puedo decir? Que cuando uno trabaja y se involucra con las personas, logra más que si las mira desde arriba Su ingreso al PPD Entre trabajo y trabajo, firmó la ficha del PPD, aún cuando en los primeros años, no tuvo una militancia activa. Más bien se dedicó a su profesión y a fortalecer la nueva familia que iniciaba, ya como hombre casado. “Me integré de lleno un par de años después, cuando una amiga me pidió que votara por ella en unas elecciones internas. Cuando acudí al partido, me encontré con tanta gente amiga y sentí un ambiente muy cómodo, que me quedé ya en forma activa, hasta hoy” Luis Guzmán se siguió desarrollando profesionalmente y después de 7 años en ESSAT ingresó como Ejecutivo de Fomento Productivo a Sercotec. Esta plataforma le permitió realizar mucho trabajo en terreno y contacto con personas en situación de pobreza, que acceden a los programas de la institución. “Sin embargo, creo que el componente social ha estado siempre presente en todos mis trabajos, también el contacto con la gente, porque forma parte de mi forma de ser, por eso, al analizarme, desde mi vida de niño, de joven, mi paso por la universidad y mi vida profesional, me defino francamente como un servidor público puro. -Servidor público puro, ¿qué entiendes por eso? -Eso significa que hay que asumir el trabajo con mucha responsabilidad. Servidor público es aquella persona que pone toda su inteligencia, su esfuerzo y sus capacidades, pensando en que el resultado vaya en beneficio de la gente, especialmente de los más necesitados. Eso necesariamente significa tener una actitud permanente de escucha y de empatía. -¿Y hoy, desde esta plataforma de autoridad, como Seremi…? -Desde acá trataré de poner mis conocimientos de la mejor forma, para gestionar cosas que vayan en beneficio de la gente. No por ser seremi, me siento ajeno a lo que ha sido mi trayectoria hasta ahora, por el contrario, siento que mi gestión será en beneficio de la gente. Claro está, que desde esta posición seré más articular que hacedor de cosas, pero te aseguro, no dejaré de estar en terreno. -En este escenario de tanta responsabilidad, ¿qué pasa con la familia? -Para mí la familia es lo primero y con mi esposa, aunque ambos trabajamos, nos damos todos los espacios que podamos, para estar juntos y con nuestros hijos. Imagínate que cuando me casé, mis amigos apostaban a cuánto tiempo duraría el matrimonio, pero como te conté, viví todas mis etapas a concho y hoy vivo para mi familia. Mi visión de vida es en torno a la familia; es, hacer feliz a mi familia, ser feliz yo y contribuir para que otros también sean felices. Así vivo todos los días… día a día… -¿Y otros sueños? -¡Eso son mis sueños! Y en lo más personal, el deporte. Soy pelotero… juego todos los fines de semana con otros “viejos de cuarenta” y dirijo (es entrenador) a los juveniles del Club Libertad.